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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 911

Seguridad y Defensa REVISTA EJÉRCITO • N. 911 MARZO • 2017  15  Ante la creciente importancia del ciberespacio, en abril de 2016, el secretario de Defensa estadounidense, Ashton Carter, confirmó en público que ya no solo usarían elementos cibernéticos de forma defensiva, sino que emplearían armas digitales de manera ofensiva1. Así, el cibercomando de Estados Unidos intenta mermar al autoproclamado Estado Islámico (Dáesh)2 en Oriente Medio interfiriendo en sus comunicaciones, financiación y procesos de reclutamiento. Por otro lado, algunos sectores de la población civil estadounidense han puesto en marcha iniciativas virtuales para prevenir ataques yihadistas. Por ejemplo, la Universidad de Miami ha creado un modelo matemático centrado en analizar el comportamiento de pequeños grupos de personas que se comunican a través de la plataforma social rusa VKontakte (VK). No obstante, si bien este estudio ha arrojado nuevos datos en la lucha contra el terrorismo islamista (como, por ejemplo, que los llamados lobos solitarios no permanecen solos durante largo tiempo, pues tienden a unirse a un grupo en las redes sociales a las pocas semanas)3, no es capaz de adelantarse a futuros ataques terroristas. Pese a la dificultad que supone monitorizar a los millones de usuarios de la red, los servicios de inteligencia insisten en que las redes sociales suponen un factor esencial a la hora de detectar posibles atacantes, ya que la mayoría de los radicalizados son jóvenes con un perfil en Twitter o Facebook a través del cual han llegado incluso a comunicar sus intenciones. Sin embargo, resulta complicado seguir la pista a los sospechosos en las redes sociales dado que estas grandes compañías cierran aquellos perfiles que no se ajustan a su normativa. Por ejemplo, tras los atentados de Bruselas del 22 de marzo de 2016, los usuarios de las redes sociales partidarios de Dáesh publicaron comentarios de regocijo bajo el hashtag #BrusselsIsOnFire. Asimismo, a los simpatizantes de Dáesh se les comunicó a través de Telegram que debían usar otros hashtags como #Brussels o #Bruxelles en Twitter para seguir difundiendo el miedo a nivel internacional4. No obstante, Twitter reaccionó rápidamente y acabó pronto con estas iniciativas. De hecho, desde mediados de 2015, esta plataforma social ha cerrado cerca de 125 000 cuentas que incitaban al odio y la violencia —la mayoría de ellas relacionadas con Dáesh5—. También en marzo de 2016, las Brigadas de Ezzeldin Al-Qassam, el brazo armado de Hamás, emitieron un comunicado contra Twitter por haberle cerrado sus dos cuentas en árabe y en inglés, y en el que se acusaba a esta empresa de no mantener una postura neutral en el conflicto árabe-israelí ni de respetar la libertad de todas las personas de compartir ideas de forma instantánea. Por otro lado, no solo la comunidad internacional intenta poner fin a Dáesh, sino que otros actores no estatales en Oriente Medio, tales como Hezbolá, Hamás y Al Qaeda, se enfrentan Comunicado de Al-Qassam contra Twitter. Fuente: página web de Al-Qassam


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