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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 911

Operaciones REVISTA EJÉRCITO • N. 911 MARZO • 2017  27  más eficaces; y la curiosidad, que nos ayude a buscar permanentemente nuevas respuestas o incluso nuevas preguntas, abriendo inmensamente el campo de pensamiento. Estas tres cualidades se materializan en una palabra de uso común, una cualidad altamente valorada en la empresa, la administración y las artes: creatividad. Es fácil apuntar que todas ellas son cualidades humanas y que, salvo la primera, que es imitada por las máquinas, las otras no pueden ser ni siquiera eso, imitadas. Luego, bajando al aspecto práctico, lo que necesitamos para planear son precisamente personas con esas cualidades, que en los momentos iniciales del planeamiento, desde la base de una misión muy genérica, sean capaces de plantear opciones, establecer objetivos, y visualizar caminos para su cumplimiento. Y sin embargo, la creatividad es una cualidad que raramente es valorada en nuestro Ejército, posiblemente debido a una creencia más o menos asumida de que está reñida con la disciplina, en su sentido de lealtad y rigor. Algo que además de no ser cierto, es absolutamente contraproducente para alcanzar con éxito algún objetivo. Aún colea un concepto que surgió no hace mucho tiempo en nuestro Ejército que se denominó disciplina intelectual, que venía a decir que la estructura debe pensar lo que piense su jefe. El problema es que, por muy inteligente y capaz que este sea, este concepto lo que hace es limitar extremadamente el más mínimo atisbo de creatividad, y poner en riesgo a la organización misma, que incapaz de ofrecer soluciones nuevas a problemas nuevos, se convierte en una estructura de poco valor, preocupada solo de su propia existencia. Por no decir que no hay libro de historia, análisis militar o incluso doctrina que no reconozca que el éxito de una campaña se basa en la innovación y la aplicación de nuevas tácticas o estrategias. Quizás, por tanto, debería prestarse más atención al quién en lugar de al qué. Paradójicamente, las estructuras de las FAS están totalmente enfocadas al qué. A su estudio se dedican ingentes cantidades de recursos, para identificar la novedad o diferencia que ha provocado el éxito de la operación o actividad estudiada. De ahí el detallado proceso de lecciones identificadas y aprendidas, que se traducen en manuales y doctrinas. El concepto en el que se basa es el de que una lección probada válida, una vez enseñada y entrenada, puede ser replicada por cualquier persona. Esto puede ser cierto en muchos campos de las FAS, pero la historia nos enseña que raramente tendrá éxito en el campo del planeamiento y la estrategia. De hecho en el estudio de las campañas pasadas, la personalidad del comandante en jefe (que por cierto, incluye la elección que este hace de sus asesores y que influyen en sus decisiones) constituye un elemento clave para comprender lo sucedido. Alejandro Magno, Aníbal Barca, Julio César, Escipión el Africano, Gengis Khan, Saladino, Gonzalo Fernández de Córdoba el Gran Capitán, Napoleón, George Washington, Rommel, MacArthur, Montgomery o George Kennan son solo algunos de los estrategas más brillantes de la historia. Evidentemente, lo que ellos hicieron no lo puede hacer cualquiera, dado que sus cualidades los hacen únicos. Esta es la esencia del argumento. Planear no lo puede hacer cualquiera. Así pues, el esfuerzo no debería centrarse en hacer manuales más y más extensos, o métodos más y más detallados, practicados en innumerables ejercicios y apoyados por caras herramientas informáticas. Debería centrarse en elegir a las personas que posean esas cualidades. ¿QUIÉN DEBE PLANEAR? Es curioso ver que una organización como la nuestra no estudie los perfiles de las personas para asignar determinadas tareas. La idea que subyace es que cualquiera puede hacer cualquier tarea, con iguales posibilidades de éxito, una vez reciba el entrenamiento o el curso correspondiente. Quizás funcione con ciertas tareas, pero no con aquellas que necesitan de capacidades específicas para que puedan ser realizadas con éxito. En el tema que nos ocupa debemos preguntarnos: ¿vale todo el mundo para planear? Si aceptamos que el planeamiento, tal como se ha concebido en los puntos anteriores, necesita de unas cualidades específicas, la respuesta debería ser que no. O en otras palabras, cualquiera puede correr o pintar, pero no todo el mundo puede ganar un maratón olímpico o pintar Los girasoles como Van Gogh, ni siquiera con el entrenamiento o


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