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REVISTA GENERAL DE MARINA MARZO 2017

TEMAS PROFESIONALES Conozco dos maneras de emprender la faena de solucionar un problema: estudiar e implantar medidas que afecten directamente al resultado de lo que queremos resolver, e implementar otras para revisar el proceso que, indirectamente, condicionará la resolución el problema. Recapitulando un poco, hasta el momento las medidas tomadas por la Jefatura de Personal para solucionar este aspecto pertenecen a la primera manera, es decir, mediante esfuerzos tendentes a actuar sobre el resultado: desde medidas de concienciación a los calificadores sobre la necesidad de la moderación en las calificaciones, establecer sistemas de máximos de calificaciones dependiendo del número de calificados, difundir información sobre medias y curvas de Gauss de calificaciones, hasta algunas claramente disuasorias, como la devolución para su revisión de informes a los calificadores que no cumplían los límites establecidos para las calificaciones. Carezco en este momento de información que me permita comprobar si han sido efectivas o no, pero sé, como calificador que soy, la dificultad de su implementación para todos los calificadores, entre otras cosas porque es difícil ajustarse estrictamente a una determinada distribución normal de los calificados. Hay muchos factores que influyen, desde la posibilidad de estar en una unidad de élite en la que todos sus componentes suelen elegirse por sus especiales condiciones de idoneidad, hasta la mayor o menor experiencia o antigüedad de los destinados en una determinada unidad. Y eso sin entrar a discutir la conocida tendencia de los calificadores a la benevolencia con los calificados (en general). Una alternativa Me gustaría entonces explorar la segunda vía. Es decir, proponer medidas para revisar el proceso de la calificación en sí. Adelanto que estas fórmulas que pretendo estudiar no precisan de cambios normativos, sino que tienen que ver con el ejercicio del mando, o como se conoce en la actualidad, con el liderazgo. Para ello, lanzo la propuesta de replantear el IPEC como una herramienta para la mejora personal, de las unidades y de la organización en su conjunto más que para las evaluaciones. Se trata de desviar el objetivo del IPEC del resultado (el número, la calificación en sí misma, que es lo que se usa en las evaluaciones) a un nuevo objetivo. Ese nuevo objetivo es la orientación a la que se refiere el artículo 81 de la Ley 39/2007 cuando dice: «El superior jerárquico del calificado que forme parte de la junta deberá, en todo caso, informar y orientar al interesado sobre su competencia y forma de actuación profesional». Poco más sabemos sobre cómo se realiza este trámite de informar y orientar al calificado, aparte de lo que nos explican algunos párrafos de la Guía para el proceso de calificación de las personas en la Armada del ALPER. En 338 Marzo


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