TEMAS GENERALES «Vamos a la otra orilla», dice el Maestro. Pero para ir de la ribera oriental a Cafarnaúm (de este a oeste), la experiencia decía que había que aprovechar las primeras horas de la tarde; sin embargo, los remeros de Pedro, para hacer el viaje opuesto, de Cafarnaúm a Gerasa (de oeste a este), nunca hubieran escogido el atardecer para partir. Según Pérez de Urbel, en la barca, entre la quilla y el banco de remos, hay un pequeño espacio con un asiento destinado al patrón, y allí, sobre un «cabezal» —como dice Marcos—, duerme el Maestro. Los remeros contemplan el sueño «en silencio», solo obedecen a la voz del patrón. Están lejos de la costa, las olas chocan contra el costado de la barca y la noche se oscurece, el peligro les acosa y continúan remando en silencio hasta que al final piden auxilio y se produce la calma milagrosa. Llama la atención el respetuoso silencio que hay a bordo, desde la salida de Cafarnaúm, en que el Maestro se duerme o parece dormir, hasta que lo despiertan asustados por la tormenta. Este mutismo de los remeros durante el temporal nos permite valorar el fuerte carácter y gran disciplina de los pescadores del mar de Galilea. Pablo no era marinero, su oficio era tejedor de telas para hacer tiendas, fabricante de lonas, pero en su segunda carta a los Corintios les comenta que tres veces naufragó, que estuvo una noche y un día como hundido en alta mar a punto de sumergirse y que se encontró muchas veces en peligros en la mar. Es por tanto que, aunque no fuera pescador, podemos considerar que era buen conocedor del mar y sus riesgos, tan de actualidad en nuestros días en que el Mediterráneo se cobra tantas vidas humanas. En aquella época, la brújula no había sido descubierta y las grandes travesías se suspendían en invierno, dado que las nubes impedían ver las estrellas, 230 Marzo
REVISTA GENERAL DE MARINA MARZO 2017
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