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REVISTA GENERAL DE MARINA MARZO 2017

RUMBO A LA VIDA MARINA Cañaíllas, un múrice tintorial. (Foto de la colección del doctor Arturo Valledor, a quien agradecemos su colaboración). superdepredador que es el ser humano. Y ¿por qué? Pues porque durante muchos siglos —y aún perdura su carisma en ciertos estamentos— se puso de moda reservar el uso de los colores de la púrpura para teñir los ropajes de los patricios romanos y de los gerifaltes fenicios, que fueron los señores del mar Mediterráneo y, aunque entonces no existía el papel couché ni el «famoseo», suponemos que su efecto publicitario pudo ser tan amplio como el que hoy tiene la Pasarela Cibeles. Además, el ringorrango de la púrpura ya venía cargado de historia, porque mucho antes los egipcios y los asirios la habían consagrado como signo de distinción para altos dignatarios y mandamases. Y es que, a diferencia de los tintes vegetales, que eran delebles y empalidecían con el tiempo, los teñidos con púrpura cada vez ganaban más fijeza, brillantez y esplendor. Y el pueblo, a vestir de trapillo. Una vez extraída la púrpura producida por determinados caracoles marinos, se oxidaba con la luz ambiental, y bajo la acción del sol transformaba su color blancuzco original en una tintura de diversos tonos brillantes de gran belleza y singularidad que los romanos sabían manipular hasta conseguir el color deseado. Pero cómo lo hacían es un secreto que la ciencia no ha podido desvelar. De todas formas, al hablar del color púrpura no podemos referirnos a ninguno en concreto, sino a toda la gama de colores que andan por el violeta, morado, malva, magenta, azul, añil, amatista, cárdeno, carmesí, escarlata, roji- 292 Marzo


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