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REVISTA GENERAL DE MARINA MARZO 2017

RUMBO A LA VIDA MARINA Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV, que ahora luce la mítica perla colgada de un joyel en la cintura. Y por no alargar innecesariamente la relación saltamos a Goya, con los retratos de familia y de María Luisa de Parma, casada con Carlos IV, en alguno de los cuales también se deja ver la soberbia «Peregrina». Y con Fernando VII comienza el misterio que desde hace dos siglos rodea a tan polémica y valorada joya, porque se sabe que el rey invasor José Bonaparte se apropió de ella para regalársela, cómo no, a su mujer, Julia Clary. Pero como, según Wenceslao Fernández Flórez, un amor para toda la vida dura dos años, y si es eterno, dos años y medio, el ínclito y abstemio Pepe Botella (dicen los sabios que no bebía ni una gota) se divorció de «la legítima », se echó una amante con menos trienios y menos arrugas que la repudiada y se fugó con ella, y «La Peregrina» en su cuello, a los Estados Unidos de América, país del que volvió tiempo después sin dicha señora pero con la codiciada perla en el bolsillo. Y el que durante cuatro largos años fue José Napoleón I de España la legó a Napoleón III, último emperador de Francia, y este se la vendió al potentado marqués de Abercom por aquello de «hacer caja» que son dos días. Y con «La Peregrina» realzando la belleza de la señora marquesa de Abercom en los saraos del Palacio de las Tullerías, la andariega perla continúa su misterioso periplo… Pero a pesar de su carisma como joya de la Corona Española y su complicado peregrinaje por el mundo y también por el inframundo, su fama se debe en mayor parte a que otro personaje, menos distinguido pero sin duda más conocido, el de la celebérrima actriz Elizabeth Taylor, luciese con altivez «La Peregrina» hasta el día de su muerte, acaecida en Los Ángeles el 23 de marzo de 2011. El caso es que en su segundo periplo a los Estados Unidos la egregia perla continuó su supuesta andadura el día 23 de enero de 1989 en una conocida casa de subastas de Nueva York y le fue adjudicada al actor Richard Burton, a la sazón marido de la bella Elizabeth, por la sonora cantidad de 37.000 dólares. Y aquí empieza lo más curioso: a esa puja acudió como licitador Alfonso de Borbón Dampierre, hijo del primogénito de Alfonso XIII y separado de Carmen Martínez-Bordiú, nieta de Franco, desde hacía diez años. Sorprendentemente, Alfonso dejó de pujar quince mil dólares antes que Burton. Y al día siguiente, 24 de enero, Luis Martínez de Irujo, duque de Alba, negó públicamente, como jefe de la Casa de la Reina Victoria Eugenia, la autenticidad de la perla subastada, reivindicando como auténtica «La Peregrina» que recibió la reina Victoria como regalo de bodas de su marido Alfonso XIII y que, en el mismo año de la subasta de la «perla americana» y mucho antes, veíamos lucir en los medios de comunicación social a nuestra Reina Sofía. Seis días después de la antedicha subasta, el 29 de enero de 1989 moría Alfonso de Borbón Dampierre en un accidente de esquí en Estados Unidos, llevándose a la tumba la razón de su interés por tan controvertida joya. 298 Marzo


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