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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 862

Algunos de ellos no llegarán a volar, así que, oficialmente, jamás lo fueron. La citada filosofía rusa dice que es el propio espacio el que otorga las “alas” de cosmonautas, como un piloto de aviones entrenado en tierra solo adopta este nombre cuando ha efectuado su primer vuelo a los mandos de su aeronave y no tras salir de la academia. Su preparación inicial, sin embargo, no deja de ser intensa, y solo se diferencia del entrenamiento para una misión en particular en detalles concretos, como la realización de experimentos específicos, paseos espaciales que deben ser coreografiados de forma precisa, etc. Desde hace mucho tiempo, los candidatos o los propios cosmonautas rusos se han preparado con el objetivo de protagonizar vuelos de larga duración, a diferencia de los astronautas de la NASA, quienes durante una larga época solo tenían que volar durante unos pocos días a bordo de los transbordadores espaciales. En la actualidad, el destino es la estación espacial internacional, y las misiones duran un promedio de seis meses, así que los entrenamientos de unos y otros se parecen cada vez más. El núcleo de la preparación rusa se efectúa en el Centro de Entrenamiento de Cosmonautas Yuri Gagarin, situado en la famosa Ciudad de las Estrellas, en las afueras de Moscú. Es aquí donde recibirán las clases teóricas, realizadas a la vieja usanza, donde verdaderos expertos en los diferentes sistemas de las naves espaciales acuden para enseñar a los futuros viajeros, desfilando por maratonianas sesiones que exigen la máxima atención de los privilegiados asistentes. Estos últimos toman notas y posteriormente estudian, ya que acabarán siendo examinados de forma muy estricta. Las clases pueden ser de carácter general (sistemas, astrodinámica…) o centradas en aspectos específicos de una misión (instrumental, experimentos…). Es difícil encontrar documentación técnica por escrito, y los candidatos deben fiarse de sus propios apuntes y del contacto directo con los especialistas y sus preguntas para resolver dudas. Durante las misiones sí dispondrán a bordo de cuadernos de procedimientos para las fases más delicadas, como el lanzamiento, el acoplamiento o la reentrada. El entrenamiento incluye sesiones en los simuladores de las naves espaciales o los módulos rusos de la estación, donde no solo comprueban su nivel de conocimientos sobre los sistemas, sino que además deben solucionar situaciones anómalas inesperadas. El centro dispone asimismo de una gran piscina para practicar el uso de trajes espaciales y las salidas extravehiculares, y un completo gimnasio para prepararse físicamente. Algunas pruebas, por otro lado, implican pasar días en cámaras de aislamiento para experimentar situaciones psicológicas extremas, soportar sesiones de centrifugadora, exámenes médicos, etc. Los candidatos a cosmonauta ya pasaron por muchas de estas pruebas antes de ser seleccionados, pero el estado de salud de las personas puede variar con el tiempo y es preciso mantener una vigilancia constante sobre él, evitando así sorpresas en el espacio. Fuera de las instalaciones se llevan a cabo otro tipo de actividades, como experimentar microgravedad en vuelos parabólicos, entrenarse en tareas de supervivencia, practicar amerizajes no previstos, etc. Buena parte de ellos son pilotos militares y disponen ya de una larga experiencia en aspectos semejantes. Otros son ingenieros que probablemente representan a alguna de las empresas aeroespaciales del programa espacial ruso, así que puede ser que ya conozcan muy bien los sistemas y que incluso hayan intervenido en su diseño o mejora. Los cosmonautas extranjeros deben afrontar todo este entrenamiento como sus colegas rusos, con el inconveniente añadido del lenguaje, el cual deben estudiar incluso desde la vertiente técnica, si es posible antes de su llegada a la Ciudad de las Estrellas. Esto les Nave Soyuz TM-7. REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Abril 2017 301


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