Page 28

REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 338

Comandante Daniel Vélez, jefe de la XXX Campaña Antártica «Si los científicos están contentos, nosotros también» El comandante Daniel Vélez acaba de regresar del continente helado donde ha estado al frente de la base Gabriel de Castilla. Atrás quedan dos meses y medio de intenso trabajo que le han dejado la satisfacción de la misión cumplida y la nostalgia de saber que, casi con toda probabilidad, no podrá regresar. «Es la experiencia de toda una vida, algo que la mayoría de nosotros deseábamos hacer desde hacía mucho tiempo. Estamos encantados, pero con la pena de que se haya acabado. Somos conscientes de que no podremos repetir porque hay muchos que también quieren ir a la Antártida». —La base se ha cerrado antes de lo previsto. ¿Por qué? —Se avecinaba una tormenta y había que salir cuanto antes para hacer la travesía por mar lo mejor posible. Hubo que acelerar los trabajos porque cerrar una base es como cerrar una pequeña ciudad. Había que vaciar tuberías, depósitos, quitar grifos…, y llevar todo el material, el de los científicos, que era mucho, y el nuestro, al Hespérides. Y éramos muy poquitos. Fue una labor intensa que se consiguió durmiendo poco y trabajando mucho. —¿Cómo se ha desarrollado la vida en la base y cómo ha sido la relación entre científicos y militares? —Ha ido todo bastante bien. Cuando comprobé el volumen de ocupación que íbamos a tener, mucho mayor que en otras campañas, me llevé las manos a la cabeza porque la base no estaba preparada para albergar a tanta gente. Pero como todos eran conscientes de lo apretados que estábamos, han colaborado en lo que han podido. Realmente había pocos momentos en los que estábamos todos juntos, normalmente, después de cenar. Entonces, algunos jugaban a las cartas, otros veían una película… pero sobre todo, hablábamos. —¿Se han cumplido todos los objetivos previstos al comienzo de la campaña? —Si, por encima de lo que estaba previsto. Los científicos han hecho más cosas de las que tenían pensadas. Y si ellos están contentos, nosotros también. Son nuestros clientes. Aparte de eso, llevábamos trece proyectos militares y todos, salvo uno por problemas técnicos, han salido adelante. —Uno de estos proyectos era la construcción de un almacén… —Ha sido uno de los principales. Los materiales de la base se encontraban repartidos en contenedores de 20 pies que estaban muy viejos, oxidados y degradados. Y eso era una razón de no conformidad medioambiental. Para sustituirlos, hemos construido un almacén en el que hemos invertido muchas horas de trabajo y mucho personal. Vinieron cuatro suboficiales de obras de la Dirección General de Infraestructuras que han trabajado en exclusiva en ese almacén y nosotros nos hemos volcado porque si no, no acabábamos. Parece fácil, pero no lo fue. No teníamos tiempo y los días que soplaba mucho viento no podíamos hacer nada. —¿Qué se ha hecho con los viejos contenedores? —Fueron a parar a la basura. El objetivo para este año era sacar de la base dos de ellos y dejar otros dos para la próxima campaña pero, al final, pudimos sacar los cuatro. Y no fue fácil ya que no teníamos las infraestructuras necesarias en la base para moverlos —cada uno pesaba 2.300 kilos—, ni un barco adecuado para recogerlos y transportarlos. Tuvimos que pedir ayuda internacional —la gestionamos nosotros mismos— y dos de ellos se los llevó el buque Puerto Argentino y otros dos, el chileno Aquiles. En cuanto conseguimos el permiso para la maniobra, se cancelaron todas las actividades, incluidos los apoyos a científicos. Tuvimos que trasladar el material que había dentro, cambiar de sitio algún laboratorio y montar una plataforma flotante, con cuatro zociac en las esquinas. Los colocamos encima para llevarlos, muy despacio, hasta los buques. Una de las maniobras la realizamos de noche; la otra con muy mal tiempo. —¿Cuáles han sido los momentos más duros que han vivido? —Con diferencia, la apertura y el cierre de la base. También hemos tenido temporales con vientos de 100 km/h, pero, realmente, cuando pasa eso, nos limitábamos a esperar y a revisar los destrozos. A veces nos preguntan que por qué no abrimos la base en invierno. ¿Qué vas a hacer allí aparte de estar? Otro momento duro es la despedida de la gente, porque los científicos van y vienen, no están todo el tiempo que dura la campaña. Por lo general, son muy majos y les coges cariño. Muchos se van llorando. A mi me impresionó ver a personas de 60 años, veteranos antárticos, llorando como críos. 28 Revista Española de Defensa Abril 2017


REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 338
To see the actual publication please follow the link above