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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 912

Organización Cordillera pirenaica. La montaña ha ejercido siempre un impacto grande en la guerra REVISTA EJÉRCITO • N. 912 ABRIL • 2017  41  Cábele, pues, al general Polavieja la gloria de haber creado las tropas de montaña en un país cuya única comunicación con el continente es una formidable cadena de montañas, donde sólo puede maniobrar y combatir con desembarazo el que por extensión se llamará el alpino en todos los Ejércitos del mundo». Aquellos primeros batallones no contaban con mayor equipo ni especialización que la derivada de reclutar su tropa en regiones montañosas, como recomendaba el propio Decreto. No obstante, contemplaba novedades orgánicas para atender la singularidad del combate en montaña, que dificulta los apoyos mutuos, creando y adscribiendo a cada batallón, que doblaba el número de sus compañía de tres a seis, una batería de artillería de montaña y secciones de ingenieros, administración y sanidad militar que convirtieron a estos batallones en «pequeñas Grandes Unidades» de su época. Los años sucesivos vienen marcados por vaivenes en la orgánica, despliegue y número de batallones, que llegan a desaparecer completamente. Las ideas no están claras, e incluso el general Linares, ministro de la Guerra, convocó un concurso con el fin de premiar el mejor proyecto de organización para las tropas de montaña. Parte del problema era la falta de preparación específica de los cuadros de mando, lo que provocaba un desconocimiento de base para equipar e instruir a estas unidades de forma adecuada. Lo único que diferenciaba a estos batallones de sus hermanos era el nombre y sus lugares de despliegue. En 1930 se realizaron unos primeros cursos en la sierra de Guadarrama que no llegaron a solucionar el problema. De hecho, durante la Guerra Civil, ambos bandos echaron mano de aficionados a los deportes de montaña para organizar las unidades que la orografía española


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