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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 912

pues continuó con su labor evangelizadora hasta que en 1767 le encomendaron la custodia de las misiones de los jesuitas en California al ser estos expulsados por Carlos III de todos los territorios de la Corona española. Posteriormente, las misiones jesuíticas pasaron a manos de los dominicos, lo que aprovechó fray Junípero para comenzar la cristianización de la Alta California, un territorio prácticamente inexplorado de miles de kilómetros cuadrados. En 1768, junto con otros trece franciscanos, formó parte de la empresa conocida como la Santa Expedición que el capitán Gaspar de Portolá tenía previsto conducir hasta San Diego, en la costa del Pacífico. De aquí se dirigirían hasta Monterrey. La expedición partió en 1769, una parte por tierra y otra por mar (la flotilla estaba compuesta por tres barcos, uno se hundió y perecieron todos sus tripulantes). Tenía por objetivo la colonización del norte de California para evitar que fuera ocupada por los rusos que estaban asentados en Alaska. El grupo de tierra anduvo cerca de 1100 kilómetros, con un fray Junípero muy dolorido por su incurable herida del pie. A Portolá lo sustituyó el capitán Pedro Fages. Pronto surgieron desavenencias entre el nuevo jefe y el religioso mallorquín, que quería continuar hacia el norte en busca de nuevas almas que ganar para la Iglesia. Las diferencias 98  REVISTA EJÉRCITO • N. 912 ABRIL • 2017 entre ambos únicamente podían ser resueltas por el virrey Antonio María Bucarelli, por lo que fray Junípero regresó a la capital mexicana (2300 kilómetros de ida y otros tantos de retorno) donde arribó enfermo y cansado el 6 de febrero de 1773. Bucarelli apoyó al fraile en sus pretensiones de que los neófitos cristianos fueran responsabilidad de los misioneros. De vuelta en Monterrey, continuó con su tarea evangelizadora. En 1769 fundó la misión de San Diego de Alcalá. Al año siguiente la de San Carlos Borromeo. En 1771 las de San Antonio y San Gabriel. San Luis Obispo en 1772 y las de San Francisco y San Juan Capistrano en 1776. El año entrante fue el de la fundación de la misión de Santa Clara y en 1782 se erigió la de San Buenaventura. Aunque no pudo verla finalizada, Santa Bárbara fue la última de las nueve misiones que fundó el propio fray Junípero, aunque otras veinte se levantaron bajo sus auspicios. La misión de San Diego de Alcalá fue atacada por los indios kumeyaay la noche del 4 de noviembre de 1775. Quedó completamente quemada y destruida. Los nativos mataron a flechazos y lanzadas al padre Jaime, que la regentaba, al herrero y a uno de los dos carpinteros. Una muestra del carácter misericordioso de Serra lo manifiesta el hecho de que escribió al virrey rogándole que no se tomasen represalias contra los indígenas. Fray Junípero no solo se ciñó a su labor apostólica. Los indios recibían igualmente instrucción en diversos oficios como los señalados de albañilería o carpintería. También aprendían herrería, el uso de telares, etc. y sobre todo nociones de agricultura, regadío y ganadería, para lo que se les entregaba semillas y animales que debían cultivar y criar. Serra siempre trató a los indígenas con afabilidad y estaba convencido de que los nativos debían aceptar la palabra de Dios por propia voluntad y no por obligación. Prueba de ello es que a su entierro asistieron cientos de indios que lloraron la pérdida de su benefactor. Misión basílica de San Juan Capistrano, una de las más importantes misiones fundadas por fray Junípero


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