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REVISTA GENERAL DE MARINA ABRIL 2017

Yo abolo o yo abuelo suena mal, como mínimo, pensé en ese momento. Y con ese yo abuelo parece que estuviera hablando un comanche según la forma tan peculiar que se emplea en las películas del oeste para que se expresen los apaches, siux, cheyenes, chiricahuas y demás tribus indígenas: ¡Jau! Yo abuelo de nieto Nube Gris. Ante tamaño reto me comprometí desde ese momento a estudiar el verbo abolir porque —para variar, como tantas veces he confesado con gran contrición y mucho más propósito de enmienda— peco de los mismos pecados que critico en estas páginas. Tras indagar en páginas web y en libros de confianza bendecidos por lingüistas de prestigio, puedo afirmar que el presente de indicativo, el de subjuntivo y el imperativo del verbo abolir se conjugan como se expone en el siguiente cuadro (creo que el uso de los demás tiempos verbales no genera dudas): Presente de indicativo Presente de subjuntivo Imperativo Yo Abolo Abola Tú Vos Usted Aboles Abolís Abole Abolas Abolas Abola Él/Ella Abole Abola Nosotros/as Abolimos Abolamos Vosotros/as Abolís Aboláis Ustedes Abolen Abolan Abole Abolí Abola Abolid Abolán Ellos/as Abolen Abolan Y para corroborar lo que acabo de escribir basta con pinchar en el botón «Conjugar» que incorpora la versión en línea del Diccionario de la Real Academia Española al que se accede desde la página www.drae.es. Ahora bien, me pregunto cuántos pueden decir con propiedad yo abolo o yo abola, aunque suene fatal. Porque intuyo que esa potestad solo la tendría el césar, un rey o un emperador. No se me ocurre en qué situación una persona corriente, un mortal de andar por casa, tiene la necesidad de conjugar este verbo en primera persona del singular. Quizás fuera ese el motivo por el que tradicionalmente se trataba como verbo defectivo, ya que las formas usadas más (según indican las abreviaturas U. m. que aparecen en el recuadro extraído del Diccionario académico) eran aquellas cuya desinencia empieza por -i (como abolimos, abolíamos, abolirían, etc.). Hoy, sin embargo, se emplea su conjugación completa y se considera un verbo regular que, por tanto, no se puede diptongar; o sea, debemos decir «se abole un artículo de la Constitución » en vez de «se abuele un artículo…»; y, como consecuencia, tampoco está bien empleado Yo abuelo… por muy comanche que uno sea. Impropiedad léxica Otro aspecto del verbo abolir que hoy se da mucho consiste en la impropiedad léxica que se manifiesta al usarlo como sinónimo de suprimir. Así, por ejemplo, no es correcto decir que «la peseta se abolió en 2002», sino «se suprimió (o se eliminó)». Ya que lo he citado, aprovecho para aclarar el concepto de impropiedad léxica que, por cierto, se prodiga muchísimo en el lenguaje administrativo. Se dice que incurrimos en una impropiedad léxica o que un término es impropio cuando le atribuimos un significado o un matiz del que carece, como sucede al usar abolir como suprimir. Apoyándome en la santa y gran paciencia de quienes me honran leyendo estas páginas del Pañol del español, me atrevo a exponer varios ejemplos significativos de este defecto. Aforo, barajar y deleznable La palabra aforo es un término impropio cuando se emplea para hablar del número de PAÑOL DEL ESPAÑOL 558 Abril


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