LIBROS Y REVISTAS El libro hay que leérselo, pero permítanme extraer algunas de sus atinadas consideraciones que me han parecido inéditas. Por ejemplo, muchos de los lectores ya imaginan la procedencia protestante, orangista o británica de la Leyenda Negra española, pero pocos saben que, aparte de los autores locales, fueron los italianos los que iniciaron el proceso, llevados, como los griegos respecto a los romanos, de cierto complejo de superioridad cultural en el que instalarse cómodamente. Y es que a menudo el resentimiento es originado por una inferioridad militar que, quiérase o no, resulta amarga incluso para quienes se están beneficiando de la estructura imperial. Algo muy similar ocurre en la actualidad con los Estados Unidos. La rusofobia no empezó de manos inglesas en tiempo de la Guerra de Crimea, como muchos pensarán. Viene, curiosamente, de la Francia ilustrada, nación con expectativas recién recortadas por el desastroso final de la Guerra de los Siete Años, en la que acabaron perdiendo Canadá, sus posesiones de la margen izquierda del Mississipí y renunciaron a toda intervención en la India. Además, tuvieron que entregar a España la Luisiana en compensación por obligarnos a entregar la Florida a los ingleses. Este impacto, doloroso y silencioso, se desfogó de diversos modos, y uno de ellos fue una auténtica fijación antirrusa, que se manifestó por múltiples escritos de los intelectuales ilustrados, Voltaire, el abate Baudeau, Mirabeau, Diderot, Rousseau, henchidos de engreimiento, que no cesaban de describir a Francia como dechado de «civilización» en contraposición a la «barbarie» rusa. El libro está repleto de jugosas apreciaciones de la autora, como hacer notar que el Imperio francés de algún modo copiaba al español con su Vice- Royauté de Nouvelle France, pero era una mala copia solo externa, y pone de ejemplo demostrativo que en los virreinatos españoles se tenía en cuenta en el censo a la población indígena, cosa que no ocurría en los territorios franceses, que solo computaban a los nacidos en Francia o hijos de franceses. Otro hallazgo que nuestra brillante investigadora hace ver remite a la obra de Thomas J. Dandelet, La Roma española, en cuyo estudio desarrolla el concepto de «imperio informal», que fue la inteligentísima forma de dominio que desplegó España durante siglos sin echar mano de la conquista militar o política efectiva. La idea fue de Fernando el Católico, y todos sus sucesores la mantuvieron con perseverancia. Era otra forma alternativa, a base de hegemonía e influencia, que se puede parangonar con el actual softpower estadounidense. Evidentemente la Leyenda Negra española se solapa con la inquina contra la Iglesia Católica de tantos de sus enemigos, dada la identificación del Imperio español con la cristiandad medieval, modernizada y extendida en el tiempo y el espacio por los españoles de nuestro Siglo de Oro. Esto podrá gustar o no, pero es un hecho. Para que los defensores acérrimos de la objetividad y la ecuanimidad puedan dejar de mantenerse en guardia, la autora reconoce que 2017 631
REVISTA GENERAL DE MARINA ABRIL 2017
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