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REVISTA HISTORIA NAVAL 136 MAS SUP25

MARÍA LUISA RODRÍGUEZ-SALAS brevemente, ya que en el suplemento núm. 25 de la presente REVISTA DE HISTORIA NAVAL 136, aparece completa la transcripción del documento. Estorgo abandonó el puerto de Matanchel, el 24 de diciembre de 1767 hacia las cuatro de la tarde, gobernó al sureste a lo largo de la costa y pronto dejó de lado la isla de Taberna y otros accidentes. Pasaba, precisamente, frente a las costas de las actuales entidades federativas mejicanas de Nayarit y Jalisco, con rumbo suroeste. Para el 27 el viento había refrescado, tres tripulantes estaban enfermos, era imposible cerrar la escotilla y había que achicar el agua de cubierta. El 30, uno de los enfermos se declaró loco rematado y hubo necesidad de amarrarlo y encerrarlo. El último día del año, por falta de hombres, tuvieron que colocar las gallinas vivas dentro de la canoa para deshacerse de los huacales. El primer día de enero de 1768 se adentraban ya en alta mar. El 4 falleció el marinero que había enloquecido y Estorgo padecía fiebre y estuvo enfermo durante varios días, sin poder descansar, ya que su presencia era indispensable en toda maniobra. El mismo día observaron un eclipse de luna que duró más de dos horas. Para el 12 de enero gobernaron rumbo al noroeste y se adecuaron a las condiciones de la mar con el fin de dar descanso a la embarcación ante lo dilatado del viaje. Hacia finales de enero, el agua empezó a escasear, los barriles presentaban mermas y el capitán racionó el precioso líquido. La mayor parte de la tripulación se encontraba enferma, incluido el cocinero, y la guardia solo la realizaban dos marineros. Con gran desconsuelo verificó, durante los siguientes días, ya de febrero, que el bizcocho se empezaba a agusanar, los frijoles estaban totalmente endurecidos y el pan de costra, en su mayoría, echado a perder. Para remediar en algo la situación cedió parte de sus dos barriles de aguardiente y de su jamón a la tripulación que solo disponía de tasajo asado. él mismo ingería una comida al día; la leña era cada vez más escasa y desbarataron todo lo de madera para calentar una comida diaria. Contaba solamente con tres marineros en buen estado. Hacia mediados de febrero el clima empeoró y también los enfermos y solo comían arroz y frijoles. Algunos pájaros y delfines se dejaron ver desde la goleta. El 17 de ese mes, el comandante aprovechó una bonanza e hizo abrir baúles y cajas de los oficiales para ver si contenían alguna carta, sin haber encontrado nada. Al mismo tiempo los reconvino de abstenerse en los puertos y en Manila de comunicación alguna mediante la cual avisaran por escrito o de palabra lo sucedido con los jesuitas en España. Les advirtió que de hacerlo serían considerados traidores a las dos majestades y les indicó que los pliegos que conducía eran para arreglar el comercio de aquellas islas sobre un pie fijo (36). El 21 de febrero de 1767 Estorgo procuró mantenerse en la latitud de las islas Marianas, la que fijó en 23° 20´. La embarcación en esa singladura tenía (36)  Francisco xavier Estorgo y Gallegos, Relación y Diario, f. 37. (En lo sucesivo, Diario). 24 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 136


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