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JOSÉ ANDRÉS ÁLVARO OCÁRIZ defensa de Boca Chica. Cuando los británicos vieron esta vigilancia y preparativos, regresaron a Jamaica sin atacar. En 1741 una flota de 186 naves, más de 23.500 hombres, y más de 2.600 piezas de artillería puso rumbo hacia Cartagena de Indias. Las tropas españolas se reducían a seis navíos de guerra, unos 2.500 soldados, reforzados con unos 600 arqueros indios traídos expresamente desde el interior, y menos de 1.000 piezas artilleras. Blas de Lezo se preparó para la defensa. Situó varios de sus buques en las dos entradas a las bahías y dio órdenes de que, en el caso de que se vieran superados, fueran hundidos para que no fueran apresados y para que sus restos impidieran la entrada de los navíos ingleses hasta Cartagena de Indias. Toda la armada enemiga se había desplegado en plan de cerco. Al comienzo, se notó la superioridad británica y se adueñaron fácilmente de los alrededores de la ciudad fortificada. Tras comprobar que no podían acceder a la bahía, los ingleses comenzaron un bombardeo incesante contra los fuertes del puerto. Lezo situó dos navíos en Boca Chica, paso obligado para entrar en la rada. Cerró la entrada con dos cadenas tendidas por fuera de los buques, para impedir la llegada hasta ellos de los brulotes con que pudieran atacarlos, y puso en estado de defensa los castillos que guardaban la entrada. Apoyaba a los defensores con la artillería de sus navíos, que había colocado lo suficientemente cerca. Usaba bolas encadenadas para inutilizar los barcos ingleses. Con ello, desarbolaron varios barcos y produjeron víctimas entre los atacantes. Tras acabar con varias baterías de cañones, Vernon se dispuso a desembarcar algunos de sus hombres, que lograron tomar posiciones en tierra. Luego, el inglés cañoneó la fortaleza de San Luis de Bocachica durante dieciséis días. El bombardeo fue masivo y los españoles tuvieron que abandonar los fuertes de San José y Santa Cruz. El ímpetu del ataque obligó al español a tomar una decisión dura. Blas de Lezo incendió sus buques para obstruir el canal navegable de Boca Chica, aunque el Galicia no ardió a tiempo. Sin embargo, logró retrasar el avance inglés de forma considerable. Decidió, entonces, dar la orden de replegarse ante la superioridad ofensiva y la cantidad de bajas españolas. A su vez, en Boca Grande se siguió la misma táctica. Se hundieron los dos únicos navíos que quedaban para dificultar, así, la entrada del enemigo. El sacrificio resultó en vano, porque los ingleses remolcaron el casco de uno de ellos antes de que se hundiera para restablecer el paso y desembarcaron. Las posiciones habían sido perdidas y los españoles se defendían en el fuerte de San Sebastián. Como último baluarte, se encontraba el castillo de San Felipe. Los ingleses habían conseguido acabar con varias fortalezas y asentarse en las bahías de Cartagena de Indias tras pasar los obstáculos puestos por los españoles. Sin duda, sentían la victoria cerca. Vernon entró entonces triunfante en la bahía con su buque almirante con las banderas desplegadas dando la batalla por ganada. Envió en ese momento una corbeta a Inglaterra con un 76 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 136


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