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1061 crucero, etc.) posibilitaban, mejor que en ningún otro momento histórico, ese tipo de ataques paralelos64. Su confianza en la tecnología era acorde con el entusiasmo despertado por la guerra del Golfo de 1991 y la teorización en torno a la Revolución en los Asuntos Militares (RMA)65. Las ideas de Warden fueron la base de la operación Instant Thunder, la plantilla inicial de la campaña de ataques aéreos contra Irak en la guerra del Golfo de 1991. En 1990 Warden dirigía una unidad de estrategia de la USAF conocida como «Checkmate». Él y su equipo ofrecieron un plan que supuestamente permitiría incapacitar, desacreditar y aislar al régimen de Sadam Hussein tras una semana de intensos bombardeos. Según el general Schwarzkopf, comandante de las fuerzas de la coalición en aquel conflicto, la propuesta del coronel Warden buscaba la rendición iraquí sin necesidad de enfrentarse a sus fuerzas terrestres66. Sin embargo, el plan de Warden no convenció al entonces presidente de la junta de jefes de Estado Mayor, general Colin Powell, ni tampoco al comandante del US Army en el teatro de operaciones, ni —muy significativamente— al general de la USAF Charles Horner, jefe del componente aéreo de la coalición67. La propuesta que el Pentágono presentó finalmente a la Casa Blanca incluía un prolongado bombardeo de desgaste contra las fuerzas iraquíes desplegadas en Irak en previsión de una 64 El argumento de Warden fue el siguiente: el B-17, el principal bombardero norteamericano utilizado contra Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, tenía un círculo probable de error (CPE) de aproximadamente 900 metros. Según esto, para golpear un objetivo que tuviera el tercio de tamaño de un campo de fútbol con un 90 % de probabilidades de que al menos una bomba cayera dentro de dicha área era necesario arrojar cerca de nueve mil bombas. En la Segunda Guerra Mundial eso se traducía en unas mil salidas de B-17. Lo que obligaba a concentrar grandes formaciones de bombarderos para garantizar su penetración en el espacio aéreo alemán y para asegurar que unos cuantos objetivos valiosos dentro de un área concreta acabarían siendo alcanzados. Pero gracias a los avances tecnológicos, un misil de crucero Tomahawk o un F-117 stealth, como los empleados en 1991, contra Irak era suficiente para acertar a ese objetivo. Ello suponía una mejora de varios órdenes de magnitud en la efectividad del poder aéreo y permitía emplear simultáneamente un número importante de esos sistemas de armas, realizando ataques paralelos. En: Warden, Jonh A. (1997/1998), «Success in Modern War: A response to Robert Pape’s Bombing to Win», Security Studies, Vol. 7, n.o 2, pp. 177- 178. 65 Ibíd. 66 Schwarzkopf, Norman & Petre, Peter (1992), It Doesn’t Take a Hero: The Autobiography of General Norman Schwarzkop, New York: Linda Grey Bantam Books, p. 318. 67 Mueller, Karl (1997), «Strategies of coercion: Denial, punishment, and the future of air power», Security Studies, Vol. 7, n.o 3, p. 212. bie3 El debate sobre la primacía del poder aéreo: un recorrido histórico Javier Jordán Enamorado Documento de Análisis 12/2012 23


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