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BOLETIN IEEE 4

126 Este incremento de la producción ha desatado una verdadera guerra de precios que es también una guerra financiera. El objetivo claro de impedir que la producción de fracking ganara en cuota de mercado, y expulsar a un gran número de productores, puede haberse conseguido al menos de manera parcial: se perseguía dejar en estado de shock al resto de los productores pero ha conseguido también colocar en serios aprietos al propio cártel petrolero (incluida la misma Arabia). Los históricamente bajos precios del crudo han venido a condicionar y a poner en serio riesgo de forma real la llamada revolución del fracking. Los costes de extracción de esta última técnica siguen estando muy por encima de los de la extracción convencional, y solo hacen viable el fracking en un entorno de mercado con precios elevados y estables. La estrategia de mantener el precio artificialmente bajo, tenía como objetivo inicial que se consumieran los excedentes en el mercado y se aspiraba a poder incidir con su poder productor de forma efectiva a posteriori en ese mercado. De manera colateral se perjudicaba a su eterno rival, Irán, que con dificultades económicas resultantes de los años de embargo internacional, necesitaba los mayores ingresos petrolíferos que sus capacidades productoras le podrían permitir. Arabia Saudí ha utilizado de manera consciente ese arma de doble filo, convencida de sus propias capacidades de mantener su solvencia financiera (en base a su importante nivel de reservas en divisas) en el medio plazo y poder aguantar temporalmente en un escenario de precios bajos, apostó así por priorizar intereses geoestratégicos a los puramente económicos. Ha sido y continúa siendo una apuesta arriesgada que ha influido en muchos y diferentes planos del orden internacional. Pero podría parecer a tenor de los últimos acontecimientos que Arabia entiende que ha concluido esta estrategia y que el sector del fracking se ha mostrado más resiliente de lo que se podría esperar. La continuación de esta política y proseguir con el barrido de empresas y corporaciones petroleras tendría peligrosas implicaciones financieras para sus finanzas (con un déficit público record en 2015 del 16% de su PIB), y por tanto para su propia estabilidad interna, y podría afectar incluso a la sostenibilidad de la operación militar en el vecino (y conflictivo) Yemen. De igual manera la continuidad del actual escenario de precios podría afectar a las finanzas internacionales y por tanto al propio reino saudí. Esto abre un nuevo capítulo en esta guerra sotto voce. bie3 ƌĂďŝĂ^ĂƵĚş͗ŶƵĞǀŽƐƚŝĞŵƉŽƐ͕ǀŝĞũŽƐƉƌŽďůĞŵĂƐ &ƌĂŶĐŝƐĐŽDĄƌƋƵĞnjĚĞůĂZƵďŝĂ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϲϰͬϮϬϭϲ ϲ


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