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162 unas pocas semanas, después de casi nueve años, las últimas tropas estadounidenses saldrán de Irak y terminará nuestra guerra. En Afganistán, hemos comenzado una transición —una transición responsable— para que los afganos puedan asumir la responsabilidad de su futuro y así las fuerzas de la coalición pueden comenzar a disminuir. (8). Pero eso suponía de hecho reducir su poder en Oriente Medio, dejando un vacío que sería ocupado por otros actores geopolíticos globales: Rusia y China. Así describía la situación actual el secretario de Estado adjunto para Asuntos Políticos. La política de Estados Unidos en Oriente Medio comienza con nuestra comprensión de que los problemas que ahora afligen a la región tienen raíces complejas. Las divisiones internas, las rivalidades históricas y las competiciones contemporáneas se alimentan unas de otras. El miedo y la ira llevan a demasiadas personas en demasiados lugares a la trampa del pensamiento de suma cero, alimentando así el conflicto y jugando en manos de todos los que nos harían daño (9). Es necesario cambiar el rumbo en Oriente Medio y tratar de identificar un terreno común, opina David Rothkopf (10), pero para que eso suceda, los líderes de la región deberían estar a la altura de sus responsabilidades, la comunidad internacional debe dejar a un lado sus divisiones y ejercer una influencia más positiva, y Estados Unidos debía ayudar a mostrar el camino. Mientras en el Medio Oriente pasábamos del pivote a la pirueta — «tratando de girar lejos, pero siendo dibujado para regresar a donde empezamos»— los países de la región, aliados y adversarios por igual, sin embargo percibían una América que estaba tratando de salir, de una forma u otra. bie3 ůŐŽůĨŽWĠƌƐŝĐŽLJůĂƐĞƐĐĂůĂƐŐĞŽƉŽůşƚŝĐĂƐ ŵŝůŝŽ^ĄŶĐŚĞnjĚĞZŽũĂƐşĂnj ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϲϳͬϮϬϭϲ ϲ


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