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BOLETIN IEEE 4

223 bie3 KdELJůĂŶƵĞǀĂh'^͗ŚĂĐŝĂƵŶĐŽŵƉƌŽŵŝƐŽŵĄƐĨŝƌŵĞĞŶĚĞĨĞŶƐĂĐŽŵƷŶ &ƌĂŶĐŝƐĐŽDĄƌƋƵĞnjĚĞůĂZƵďŝĂ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϳϭͬϮϬϭϲ ϰ Y este escenario se ha traducido en que la realidad es que la mayoría de las Fuerzas Armadas de los Estados europeos carecen de una verdadera operatividad autónoma y que sus gobiernos además parece que no encuentran la «voluntad política» (y/o el apoyo social necesario) para dotar convenientemente en sus presupuestos a sus necesidades de seguridad y de defensa. Esa asignatura pendiente europea parece no poder ser abordada desde perspectivas exclusivamente nacionales. Es esta una labor colectiva que (con alguna excepción nacional con profundas bases históricas) los Estados miembros de la Unión Europea (UE) deben asumir en el marco de la Política Exterior y de Seguridad Común7. Se necesita con claridad y sin dilación una profundización en la cooperación militar. Porque sin cooperación, los esfuerzos de defensa no son lo suficientemente rentables ni podrían llegar jamás (en un marco presupuestario realista) a conseguir los objetivos necesarios. Bien al contrario, la fragmentación y la duplicación en muchos casos de los gastos de defensa en muchos países de la Unión no están llevando sino a una dispersión de los esfuerzos que no repercute positivamente sino que 7 https://europa.eu/european-union/topics/foreign-security-policy_es


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