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403 Introducción La Guerra Fría fue un periodo de la historia contemporánea entre el final de Segunda Guerra Mundial en 1945 y el colapso de la Unión Soviética en 1991, cuando el sistema político internacional estaba claramente estructurado en dos bloques altamente diferenciados y antagonistas, cada uno liderado por dos superpotencias mundiales: los EE.UU. y la URSS. Con la disolución de la última, Estados Unidos se convirtió en la única superpotencia reinante en el mundo, estableciéndose un sistema internacional unipolar. No obstante, este sistema no se estableció largo tiempo atrás, menos de tres décadas han pasado desde entonces. ¿Habrá seguido intacta la hegemonía de los Estados Unidos durante estos pasados años? ¿Y ha sido alguna vez verdaderamente la única superpotencia de carácter global? La primera pregunta que se debería afrontar para resolver nuestros enigmas sería el qué significa realmente el término y la figura de una «superpotencia». Una superpotencia es un Estado con el poder militar, económico y político suficiente para permitirle controlar o influir en gran manera las acciones de cualquier otro país del mundo. Este estatus se le atribuyó por primera vez a Gran Bretaña entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XX, cuando su poder como metrópoli colonial y potencia industrial era indisputable. Más tarde, esa condición, pasó a EE.UU. y la URSS, durante la ya mencionada Guerra Fría, cuando ambos competían claramente para ganar cuantas más naciones aliadas posibles en sus respectivas esferas de influencia. Hoy en día, sin embargo, la situación no es tan clara. Aunque Estados Unidos se erigía como poder hegemónico en cualquiera de sus dimensiones en 1991, muchos otros países habían experimentado un crecimiento excepcional desde la Edad de Oro (1950-1973) y se estaban convirtiendo en potencias regionales. El Viejo Continente europeo se encontraba en plena revolución tecnológica con los más novedosos métodos de producción en masa. A su vez, sus economías se encontraban en plena transformación hacia la sociedad de consumo, permitiendo que los mercados domésticos fuesen más fructíferos que nunca. Europa Occidental comenzó a integrarse en un mercado común con la creación de la Comunidad Económica Europea (más tarde, Unión Europea), alcanzando en 1990 un total de 60,7% de intercambio entre miembros de la UE. Un paso adelante fue la creación de una moneda común, el euro, que fortaleció la integración política de estas numerosas y poderosas naciones. Según CIA-The World Factbook (CIAWFB), la UE sobrepasó en 2015 a EE.UU., respecto al PIB bie3 El nuevo equilibrio del poder Gonzalo García del Campo Documento de Opinión 104/2016 3


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