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891 mal con el padre de la nación al volante, con su desaparición se acabó lo que quedaba. El país se quedó sin conductor, o lo que es peor, en manos de «conductores sin carnet». La lucha por su sucesión fue un pulso entre dos candidatos, el brillante economista y primer ministro Alassane Dramane Ouatarra y Henri Konan Bédié, presidente de la Asamblea Nacional y sucesor natural de Felix Houphouët. A través de un proceso nada claro que algunos tachan de golpe de Estado, Bédié se proclamó en la televisión nacional el nuevo presidente y se quedó a la cabeza del Estado. Henri Konan Bédié resultó no estar a la altura de las circunstancias. Como si la situación no fuese con él, lo primero que hizo fue anunciar la construcción de obras faraónicas, por supuesto sin precisar con qué dinero. En lugar de poner la casa en orden, Bédié se comportaba como si acabara de heredar un reino medieval y su tribu era la única que existía en el país, un país que es un crisol de tribus, no solo marfileñas si no de los países de alrededor. Por aquella época la situación era preocupante, había unos porcentajes de paro muy altos, los funcionarios no cobraban sus primas, había huelgas, manifestaciones y mucho descontento. Para colmo en 1994 la economía marfileña sufrió un batacazo considerable cuando el precio de la moneda local se devaluó a la mitad con respecto al Franco francés, duplicando el coste de las importaciones. Desesperado, Bédié pensaba que estaba por encima de la historia y sin pensarlo decidió que la gente que protestaba y empezaba a superpoblar las ciudades debería volver a las plantaciones. Las plantaciones estaban ocupadas por los que las trabajaban, en su mayoría marfileños del norte o extranjeros como resultado de aquella fórmula Houphouëtista de que la tierra es para el que la trabaja. Por lo que muchos marfileños se encontraron sin empleo y sin tierra que trabajar en su propio país y vieron frustrados como sus tierras pertenecían a extranjeros. Para hacer frente a esa situación a Bédié se le ocurrió una idea que sería catastrófica para Costa de marfil. Una idea que no la inventó él ni muchísimo menos; es la idea que se le ocurre a muchos líderes cuando se quedan sin recursos: deshacerse de aquellos que tienen alguna característica diferente a los demás, ya sea religión, raza u origen. De esa forma se creó la noción de Ivoirité («marfileñidad»), un concepto que servía para redefinir la nacionalidad determinando quien es marfileño y quién no11. Según esta nueva definición, solo serán marfileños aquellos que tienen los cuatros abuelos nacidos en Costa de Marfil. 11 WOODS, Dawyane, op. cit. bie3 Costa de Marfil: el desmoronamiento de un sueño africano Marcos Lorenzana Documento Marco 21/2016 8


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