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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 914

la no intervención. Al amanecer de ese día, el mismo general Porlier enardeció a sus fuerzas de esta forma (sic): ¡Soldados de España! El día de hoy será recordado por muchos años. Luchemos con valentía y arrojo. Desafiemos a la muerte. Escribamos nosotros hoy la Historia. ¡Viva la Constitución! ¡Viva el Rey! ¡Viva España! Entonces el Cuarto Ejército español al completo, que dirigía Wellington como capitán general de los ejércitos, con casi ocho mil hombres, de ellos más de dos mil con cabalgaduras, voló, que no corrió, por las laderas de San Marcial. Con su ordenada carga arrollaron todo lo que encontraron, produciendo una total desbandada del enemigo. Al final de la tarde, los franceses atravesaron de vuelta el río Bidasoa, refugiándose en lugar seguro. Tuvieron casi cuatro mil bajas, por algo más de dos mil propias. Al final de la jornada, asombrado y perplejo por la valentía y bravura demostrada por los españoles, el general Wellington publicó una orden del día, que ya es histórica (sic): Guerreros del mundo civilizado: aprended a serlo de los individuos del cuarto ejército español, que tengo la dicha de mandar. Cada soldado de él merece, con más justo motivo que yo, el bastón que empuño. Del terror, de la arrogancia, de la serenidad y de la muerte misma, de todo disponen a su arbitrio. 104  REVISTA EJÉRCITO • N. 914 MAYO • 2017 Dos divisiones británicas fueron testigos de este original y singularísimo combate, sin ayudarles en cosa alguna, por disposición mía, para que llevasen ellos solos una gloria que en los anales de la historia no tiene compañera. Españoles: dedicaos todos a premiar a los infatigables gallegos, distinguidos sean hasta el fin de los siglos, por haber llevado su denuedo y bizarría a donde nadie llegó hasta ahora, a donde con dificultad podrán llegar otros, y a donde ellos mismos se podrán exceder, si acaso es posible. Nación española: la sangre vertida de tantos cides victoriosos fue recompensada con 18.000 enemigos y una numerosa artillería que desaparecieron como el humo, para que no nos ofendan jamás. Franceses: huid pues o pedid que os dictemos leyes, porque el 4º Ejército español, el Ejército de Galicia, va detrás de vosotros y de vuestros caudillos a enseñarles a ser soldados. La batalla de San Marcial fue la última de la Guerra de la Independencia. El 11 de noviembre de 1813 finalizó por fin aquella épica y terrible guerra, que había comenzado en Madrid, merced a la chispa que se produjo por la hermandad tácita entre paisanos y militares contra los franceses, con la defensa y toma del Parque de Artillería de Monteleón, y con el «Bando de la Independencia» de Andrés Torrejón. En esa fecha, Napoleón renunció al Placa conmemorativa de la batalla de San Marcial. Ermita de San Marcial


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