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REVISTA GENERAL DE MARINA MAYO 2017

TEMAS GENERALES Pero, ¿qué pasó para que este día llamase mi atención? Hubo algo fuera de lugar, y habría que remontarse a finales de 1978 para entenderlo. En mis investigaciones sobre el conflicto, hay un capítulo dedicado a Chile por su implicación en aquella guerra. Amparado en las leyes chilenas, solicité a su Armada cierta información sobre libros de bitácora en el citado período de la Guerra de las Malvinas para tratar de dar explicación a sucesos que aparecen en documentos británicos y a comentarios realizados en diversas entrevistas por quienes ostentaban en su momento cargos de responsabilidad dentro de las Fuerzas Armadas chilenas, sumando a ello los datos muy superficiales aportados por Sidney Edwards, un oficial de la Fuerza Aérea del Reino Unido que fue el enlace clandestino en la gestión y conducción de las operaciones británicas en suelo chileno y que contó su historia en el libro My Secret Falklands War (2014). Pasado el plazo estipulado, recibí la respuesta, detallada y argumentada, según la cual era imposible tener acceso a lo solicitado con arreglo a unas excepciones legales. En este punto, con las puertas cerradas a futuras investigaciones y en particular a esta, con la información británica recogida en diversos documentos, con la que existe sobre lo ocurrido en 1978 y sumando el contenido del mensaje COR 195, he llegado a la conclusión, desde luego a título completamente personal, de que Chile podría haber tenido la oportunidad y los medios necesarios para la localización del portaaviones argentino. En 1978 tanto Argentina como Chile, en la crisis del Beagle, estuvieron al borde del conflicto armado. En aquel escenario, ambos estados violaron mutuamente los espacios aéreos para penetrar en el Atlántico y el Pacífico, algo que está documentado y a lo que se puede tener acceso en Internet. En el caso de Chile, sus aviones navales Bainderante EMB.111A (5), recibidos en noviembre de 1978, jugaron un papel importante en la localización de la Flota argentina operando desde Punta Arenas, e incluso Puerto Williams, adentrándose en el Atlántico desde Magallanes y el sur del cabo de Hornos. En una de aquellas misiones llegaron a tener en el radar la costa de Malvinas. Teniendo esto en cuenta, en la jornada del 4 de mayo de 1982, mientras la Armada argentina realizaba dos operaciones al sur del país —la localización de supervivientes del ARA Belgrano y el ataque al HMS Sheffield—, un submarino británico experimentó un suceso curioso durante su patrulla sobre la plataforma continental argentina, al este de los sucesos narrados y sobre el meridiano de los 60º que pasa por la isla Gran Malvina, una zona muy próxima en donde a lo largo de la guerra se ubicarían los pesqueros de la conocida flota del Pacto de Varsovia, y donde siempre hubo presencia de submarinos (5) Eran tres de este modelo, los números 261, 262 y 263. En 1982 había un total de seis aparatos, tres adquiridos en 1979. 2017 685


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