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REVISTA GENERAL DE MARINA MAYO 2017

poesía, una perla no es otra cosa que el resultado de una enfermedad que padecen algunas madreperlas. Una perla es aquella artimaña que la madreperla emplea para anular un sujeto patógeno que ha penetrado en su interior sin pedirle permiso; la perla es el consabido rechazo que produce en un ser vivo cualquier cuerpo extraño, sea un parásito u otro molesto material, del que se defiende encapsulándolo, aprisionándolo en una esferita que va creando a base de superponer varias capas concéntricas de nácar a modo de cárcel preventiva. Por eso, el hecho de que una perla sea un suceso esporádico, excepcional e incluso raro en la vida del molusco añade un factor de escasez que revaloriza el producto, de por sí muy bello. Aunque, obviamente, ningún molusco perlífero tuvo intención artística alguna y toda la parafernalia que rodea a las perlas no pase de ser una simple valoración humana sin mayor transcendencia biológica. Lo que no quita para que debamos reconocer que la mar es maestra no solo de la historia, sino también de todas las bellas artes, y que los colores, las formas, la música, la arquitectura tuvieron su utopía en la mar y las primeras musas nacieron en la policromía de los corales, en las paletas de grises y de luces cambiantes de las olas, en el impacto cromático del arcoíris, en la fantasía de las auroras, en el parloteo musical de los vientos marinos. Pero al nácar no solo le compete el alto honor de ser el pañal de las perlas, sino que en gran parte de los siglos XIX y XX fue un material más bien vulgar y de oficio plebeyo al emplearse como materia prima en la fabricación de botones y, por tanto, cierre popular en camisas, chaquetas, calzoncillos, pijamas y braguetas previas a la cremallera y a su sustitución por el plástico omnipresente. Además, el nácar es, a pesar de su indiscutible y nacarada prestancia —valga la redundancia—, el más rudimentario de los productos que puede fabricar un molusco. Su principal objetivo es crear en el interior de su concha el suelo adecuado, liso y suave, para que se asiente sin riesgo de abrasiones el cuerpo blandengue de un gasterópodo o de un bivalvo. Después, y como segunda utilidad marginal, acabamos de decir que el nácar, tomando forma más o menos esférica, se transustancia en ese prodigio mercantil y RUMBO A LA VIDA MARINA El nácar, tomando forma más o menos esférica, se transustancia en ese prodigio estético que es la perla. En la foto del doctor Arturo Valledor observamos unas «medias perlas» o «perlas mabé» que son producto de la «siembra» efectuada en una madreperla cultivada. En este caso, las perlas son naturales pero no espontáneas. 2017 691


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