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REVISTA GENERAL DE MARINA MAYO 2017

RUMBO A LA VIDA MARINA La perla más grande conocida procedía de una almeja gigante, traclobo o Tridacna gigas, que pesó 6,4 kilos y que, según Valledor, intentó comprarla Osama Bin Laden para regalársela a Sadam Husein. La perla era deforme y sin valor estético, aunque su forma recordaba, difusamente, algo árabe. En muchas de nuestras iglesias las pilas de agua bendita son conchas del traclobo. (Foto del autor). por su rareza y llamativo oriente son las que excepcionalmente produce la caracola Strombus gigas, el estrombo gigante que hace más de 500 años nuestros conquistadores encontraron como adorno en la vestimenta de las tribus huastecas del Nuevo Mundo. Cada una de las especies perlíferas, pues, da una perla distinta y de ahí el diferente valor que alcanzan en el mercado. Por su parte, las mejores perlas de río son las producidas por la especie Margaritifera margaritifera, una almeja presente en ríos silíceos del norte de Europa y Norteamérica y que en España únicamente se pueden encontrar en los cauces fluviales de Galicia, Asturias y Zamora. A pesar de que las perlas de agua dulce (también llamadas náyades) suelen ser de pequeño tamaño y calidad, fueron mucho más populares en la Edad Media que las «perlas de Oriente» que procedían de los océanos Índico y Pacífico, y entraban en Europa por la ruta de la seda hasta alcanzar los importantes núcleos de comercialización de Venecia y Génova donde, consiguientemente, alcanzaban precios prohibitivos para cualquier comprador al que no le sobrase el dinero. Posteriormente, desde principios del XVI los marinos portugueses las empezaron a traer de la India, y con los viajes del Descubrimiento los navegantes españoles de Centroamérica, desbancando al mercado de las perlas de agua dulce, entre 694 Mayo


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