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257 Es más atribuye precisamente a la falta de visión estratégica fracasos como los de Irak y Vietnam; a su juicio, por ejemplo, los debates sobre el nuevo tipo de guerra son debates tácticos u operacionales y no estratégicos como procedería de modo que el Ejército más preparado y dotado del mundo ha sufrido derrotas como consecuencia de tal carencia. Los burócratas se han extendido mientras el Ejército norteamericano se ha vuelto, por el contrario y a su juicio, antintelectual. La tecno burocracia ha obscurecido así las carencias estratégicas, primando el mérito en la guerra por encima de la capacidad lo que si por un lado ayuda a los seleccionados a comprender hasta en sus últimos detalles cómo funciona la organización, les forma y posibilita de paso su adecuada selección, por otro puede deformar la mirada en función de los niveles inferiores de decisión o hacer que no cuenten con la formación precisa para asumir sus nuevas responsabilidades. El Ejército alemán luchó bien en la Segunda Guerra Mundial, pero fracasó estratégicamente y el Ejército norteamericano, nuevamente a su juicio, copió lo peor del alemán, su obsesión por lo táctico32. En el mundo clásico los líderes eran específicamente formados para ello sin tener que pasar por todos los empleos de la carrera militar. Julio Cesar, Craso…, mientras los nobles y príncipes desde la Edad Media recibían en el Renacimiento y aún hasta la Ilustración, una formación específica que se refleja en publicaciones como los «Espejos», «El Cortesano» de Baldassare Castiglione (la traducción de Juan Boscán de 1534 sigue siendo excelente) o el propio «Príncipe» de Maquiavelo. De hecho, la carrera militar ha estado tradicionalmente ligada a la aristocracia. Pero esta suerte de «paracaidismo» no es posible ya en el siglo XXI; los ejércitos son estructuras complejísimas y por más que la llamada Revolución de los Asuntos Militares haya permitido condensar en consolas toda la información disponible del campo de batalla, se precisa conocer la mentalidad de las tropas, sus estructuras de funcionamiento, las limitaciones y repercusiones del empleo de las fuerzas, y un tal sin fin de detalles que sin una formación prolongada no resulta posible su abordaje, por más que este parezca reducirse a considerar dos o tres cosas. Es como juzgar como nada un pez sin haber probado jamás la consistencia y viscosidad del agua. Las lógicas política y militar son bien diferentes. Así, mientras los líderes militares prefieren un lenguaje sin ambigüedades, preciso, en el que la «misión», los 32 Ibíd. bie3 ZĞĨůĞdžŝŽŶĞƐƐŽďƌĞĞůůŝĚĞƌĂnjŐŽĞƐƚƌĂƚĠŐŝĐŽŵŝůŝƚĂƌĚĞůƐŝŐůŽyy/;///Ϳ͘>ĂĐƵůƚƵƌĂ &ĞĚĞƌŝĐŽnjŶĂƌ&ĞƌŶĄŶĚĞnjͲDŽŶƚĞƐŝŶŽƐ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϭϭͬϮϬϭϳ Ϯϯ


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