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332 El problema de este diseño tan ambicioso es que se trata de un arriesgado «juego de suma cero», en el que, junto con los chinos, convergen y compiten los intereses de Estados Unidos, Rusia, India y Japón y en el que sus esferas de influencia se solapan, superponen y, en ocasiones, colisionan. De ahí que, con vistas a prevalecer en una región sumamente inestable, China trataría de eclipsar a las otras potencias a través de una política activa de grandes inversiones en infraestructuras y en aprovechamiento de sus recursos energéticos, buscando convertirse en el actor más influyente y poderoso de la zona, en detrimento de sus competidores. La alianza con Rusia Una segunda línea geoestratégica china iría dirigida a condicionar, en su beneficio, las relaciones con su vecino ruso del norte. Aunque ambos países proclaman regularmente la existencia de una identidad bilateral de intereses, un análisis más detenido contradice esta visión tan idílica. Para Rusia, las regiones de Siberia y el Asia rusa constituyen una zona crítica de responsabilidad estratégica sometida a una presión demográfica y económica creciente por parte de su vecino del sur. Hay que tener en cuenta que en el norte de China habitan más de 100 millones de ciudadanos de etnia «han», mientras que en la Siberia oriental apenas viven 6 millones de rusos, una cifra que, además, está bie3 ͎^ĞĐŽŶǀĞƌƚŝƌĄŚŝŶĂĞŶƵŶĂƉŽƚĞŶĐŝĂĂŐƌĞƐŝǀĂ͍ /ŐŶĂĐŝŽ&ƵĞŶƚĞŽďŽ (Fuente. Elaboración propia) ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϭϱͬϮϬϭϳ ϴ


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