Page 349

BOLETIN IEEE 5

349 menos en nombre. Sus fronteras actuales se aproximan grosso modo a las de los territorios que Pedro el Grande legó a su sucesor. La conciencia imperial de la nación rusa, que dota de un sentido jerárquico a Rusia en relación con otras naciones, reclama para sí la condición de potencia y da gran importancia a las cuestiones de rango y dignidad nacional en el concierto internacional. Además, como suele ocurrir con los imperios, dicha condición ha imbuido a Rusia de un sentimiento de excepcionalismo que se siente confirmado por el papel jugado por Rusia de salvador de Europa al precio de enormes sacrificios en las dos grandes guerras patrióticas: la napoleónica y la Segunda Guerra Mundial. Dicho excepcionalismo nacional encuentra además un relato coherente y legitimador en la condición de Rusia como heredera del Imperio romano y sede auténtica (bizantina) de la Iglesia cristiana. Al sobrevivir el Imperio romano de oriente mil años al de occidente, Bizancio siempre se consideró heredera exclusiva del imperio. Tras la caída de Constantinopla y la expansión del Imperio otomano los príncipes rusos quedaron como últimos monarcas de estirpe romana, adoptando Iván el Terrible el título de Zar (Cesar). Como se ha visto anteriormente, la Rusia de Kiev en los siglos X al XII es el origen de la nación rusa que entonces agrupaba a los eslavos del Este en una federación de principados cuyo centro geográfico estaba en torno al lugar donde convergen en la actualidad las fronteras de la Federación Rusa con las de Bielorrusia y Ucrania. Los rusos perciben a ambos países —eslavos del Este, como Rusia— como naciones hermanas sin una clara línea de demarcación emocional dentro del imaginario ruso. bie3 ,ŝƐƚŽƌŝĂ͕ŝĚĞŶƚŝĚĂĚLJĞƐƚƌĂƚĞŐŝĂĞŶůĂ&ĞĚĞƌĂĐŝſŶZƵƐĂ :ŽƐĠWĂƌĚŽĚĞ^ĂŶƚĂLJĂŶĂ'ſŵĞnjĚĞKůĞĂ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϭϲͬϮϬϭϳ ϱ


BOLETIN IEEE 5
To see the actual publication please follow the link above