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40 0,5% del PIB. A ello se suma que la región ha perdido más de 7.000 millones USD por la inactividad de los encarcelados. Conclusiones A pesar de todo el esfuerzo económico descrito, el informe del BID señala que la eficiencia del gasto en seguridad ciudadana es cuestionable, ya que no se ha asociado con resultados en términos de mejoras en seguridad y tasas delictivas más bajas. Según indican estudios demográficos, la delincuencia es percibida por el 42,4% de los encuestados como el problema más acuciante que enfrenta su país. En el caso de Honduras, este porcentaje asciende al 29,3% y en Guatemala solamente al 20,6%. En Guatemala el mayor problema también es la delincuencia, si bien curiosamente se trata del segundo país con el porcentaje más bajo, después de Chile, en percibirla como la principal preocupación. El vínculo entre la gran cantidad de homicidios y el crimen organizado está subyacente en la situación de violencia crónica de la región y lastra el desarrollo. La violencia está relacionada, a su vez, con factores como la fácil disponibilidad de armas que hay en los países del istmo centroamericano y del Caribe, la desigualdad de ingresos, la pobreza que se asocia a alta tasa de desempleo y un nivel bajo de educación entre los jóvenes, y todo ello con el mar de fondo de los efectos de los conflictos y los débiles controles institucionales. No hay que olvidar que las sociedades del Triángulo Norte emergen de situaciones de conflicto relativamente recientes. Guatemala sufrió 36 años de guerra civil que dejó 200.000 muertos y desaparecidos antes de su fin en 1996; la guerra civil de El Salvador dejó unos 80.000 muertos y desaparecidos entre 1979 y 1992; Nicaragua sufrió una guerra civil de 28 años que dejó sus secuelas, aunque no tiene en apariencia el problema de violencia criminal que viven sus vecinos. «Más allá del número de muertes, las guerras del istmo se han caracterizado por su extrema brutalidad, y en ellas se han perpetrado actos de gran crueldad contra las poblaciones civiles, especialmente la indígena. La violencia se entreteje en el tapiz cultural de estas sociedades y se transforma en parte de un juego de reglas que guían el comportamiento y ayudan a dar forma a las identidades de grupos como las pandillas o maras»6. 6 JATMAN et al., op.cit., p. 108. bie3 ůĐŽƐƚĞĚĞůĂǀŝŽůĞŶĐŝĂĞŶĞůdƌŝĄŶŐƵůŽEŽƌƚĞĚĞĞŶƚƌŽĂŵĠƌŝĐĂ DĂƌşĂ>ƵŝƐĂWĂƐƚŽƌ'ſŵĞnj ŽĐƵŵĞŶƚŽ/ŶĨŽƌŵĂƚŝǀŽ ϬϰͬϮϬϭϳ ϴ


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