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71 y geopolítico19. A sensu contrario y en palabras de Clausewitz «podemos decir, por tanto, que los veinte años de victorias que señala la Revolución, se deben, principalmente, a la errónea política de los gobiernos que se oponían a ella»20. Hay, pues, que diferenciar entre objetivos políticos y militares y es preciso que no existan disonancias entre ambos pues, como dijera Mao, «aunque los objetivos militares y políticos no son idénticos, es imposible separar los unos de los otros»21. Por ello, Von Manstein22 considera que Hitler, aunando mando político y militar, cometió graves errores en su campaña de Rusia al actuar en el terreno político de modo diametralmente opuesto a como convenía a su estrategia militar, esto es, sin tratar de promover el derrumbe del régimen desde el interior, como ya había propuesto el propio Clausewitz, al propugnar estrategias represivas acordes con su concepto racial del Estado y no contar con la población no rusa que rechazaba el régimen estalinista y veía en los alemanes a unos libertadores, a los que rendían sin pelear y en masa; así «Hitler no debió jamás desviar sus Ejércitos de Moscú para asegurarse Ucrania pues los propios ucranianos se la hubieran ofrecido»23. Esta falta de congruencia entre los objetivos políticos y militares fue determinante en el fracaso. En fin, desde la segunda mitad del siglo XX este problema se ha exacerbado; los nuevos medios militares, como las armas nucleares, son de naturaleza eminentemente política, por ello la estrategia tiende a confundirse por arriba con la política. La llamada Revolución de los Asuntos Militares permite la gestión política directa de las operaciones militares. La efigie de Carlos V a caballo dirigiendo sus ejércitos en la batalla de Mühlberg, momento inmortalizado por el célebre cuadro de Tiziano, vuelve a repetirse en el siglo XXI. Como Collins sostiene «La estrategia dice ya no es más un arte exclusivo de militares, así como tampoco trata únicamente sobre combates armados» En todo lo que se refiere a cuestiones de la milicia debe existir una clara subordinación de la acción militar a la acción política, porque sin control político, por ejemplo, se puede llegar a la desmesura de una guerra absoluta y sin sentido. La 19 VV.AA. Napoleón y sus intérpretes: Jomini y Clausewitz. Documento de Trabajo del Departamento de Estrategia, ESFAS 2010. 20 Clausewitz, Carl Von.De la guerra T II. Ministerio de Defensa, 1989. 21 Mao Tse Tung. La Guerra de Guerrillas. Editorial Huemul S.A. Buenos Aires 1966, p. 135. 22 Aron, Raymond. Pensar la guerra, Clausewitz T. II. Ministerio de Defensa, Madrid 1993, p. 78. 23 Fuller, J.F.C. La dirección de la guerra. Op. cit., p. 243. bie3 ZĞĨůĞdžŝŽŶĞƐƐŽďƌĞĞůůŝĚĞƌĂnjŐŽĞƐƚƌĂƚĠŐŝĐŽŵŝůŝƚĂƌĚĞůƐŝŐůŽyy/;/Ϳ͘>ŽƐŶŝǀĞůĞƐĚĞ ĚĞĐŝƐŝſŶ &ĞĚĞƌŝĐŽnjŶĂƌ&ĞƌŶĄŶĚĞnjͲDŽŶƚĞƐŝŶŽƐ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϬϭͬϮϬϭϳ ϭϰ


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