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861 historia»— ponían el énfasis en el control de la superficie terrestre como factor fundamental de potencia y garantía de poder. Por el contrario, entre los abanderados del poder marítimo podemos destacar a Alfred Thayer Mahan (1840-1914) e, incorporados, en tiempos más recientes por cuestiones obvias6, a los adalides del poder aéreo, como Giulio Douhet (1869-1930), William Mitchell (1879-1936) o más recientemente, Philip Meiliger (1948-¿?), mostrando que el conflicto teórico entre los defensores de uno u otro poder no ha terminado. Pero esta teorización del modo de alcanzar ventaja en la «lucha por el planeta», bien sea para obtener la supremacía en el mismo, bien sea para ocupar el espacio que corresponde en el mundo o bien, simplemente, para ser capaz de entender en entorno en el cual se vive y así adoptar las decisiones necesarias que permitan la salvaguarda de los intereses legítimos, no se queda en el conocimiento puramente teórico, no se encapsula en un debate y una retórica restringida al entorno académico, pues estas teorías se traducen en decisiones, que se materializan en la generación de diferentes medios que, empleados de un determinado modo, posibilitarán alcanzar los fines designados. Como constatación de este hecho, y de manera muy sintética, baste señalar las teorías del norteamericano Mahan7 con relación al poder marítimo, que indicaban la necesidad de una gran flota mercante, una poderosa armada oceánica que asegurara y controlara las rutas marítimas y una amplia red de bases navales y puntos de apoyo por todo el planeta; estas cuestiones, así como sus recomendaciones relativas a las islas Hawai, al mar Caribe y al canal de Panamá con relación al nacimiento de Estados Unidos como potencia han conformado gran parte de la política exterior, industrial, militar y económica de esta nación desde hace más de un siglo. Igualmente, la preocupación del británico Mackinder por el extraordinario valor estratégico que atribuía a las grandes masas continentales8 le llevó a señalar la necesidad de Gran Bretaña —a la sazón, la primera potencia marítima mundial— de intentar controlar las empresas de ferrocarriles de Europa —como modo de evitar el 6 Si bien existen ciertas discrepancias al respecto, se suele aceptar que el primer vuelo de avión a motor de la historia fue protagonizado por el diseñado por los hermanos Wright en 1903. 7 Pueden consultarse las mismas en su obra La influencia del poder naval en la historia, que pese a haber sido escrita en 1890, es reeditada sistemáticamente. 8 Expresada en un artículo titulado «El pivote geográfico de la Historia», escrito en 1904. bie3 >ĂůƵĐŚĂƉŽƌĞůƉůĂŶĞƚĂLJĞůĨƵƚƵƌŽĚĞůĂƐ&^ĞƐƉĂŹŽůĂƐ WĞĚƌŽ^ĄŶĐŚĞnj,ĞƌƌĄĞnj ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞKƉŝŶŝſŶ ϮϴͬϮϬϭϳ ϲ


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