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864 eso consiste el arte —con su gran parte de ciencia— de mandar y dirigir desde las más altas esferas. La búsqueda del equilibrio no tiene, obviamente, que consistir en una media aritmética, en un reparto basado en argumentos diferentes a los propios del diseño estratégico. Y este hecho es especialmente contrastable en el apartado medios, que es lo que, a priori, resulta más patente y visible. Los medios han de ser los necesarios para alcanzar el fin del modo que se estime más adecuado. De otra manera, no se consiguen los fines, los objetivos o intereses señalados, o se hace de un modo absolutamente ineficiente… y cuando hablamos de «lucha», que puede incluir conflicto armado, guerra, el derroche puede ser no solo de medios materiales o recursos económicos, sino de vidas humanas. Los «talibanes»14 de una u otra modalidad de poder —sea terrestre, naval, aéreo…— tienden a la maximización de las posibilidades y capacidades de sus «fieles», y además, al sobredimensionamiento de medios capaces de operar en «su» entorno, desde el convencimiento, más percibido más que racional, más deseo que realidad, que será posible atender a todo tipo de fines con dichos medios, medios que además, podrán emplearse casi de todos los modos posibles… y si no, pues se adaptan —o «se apañan»— para que, «sirvan para todo»… cuando, obviamente, la capacidad de adaptación tiene un límite, marcado por una serie de parámetros en los cuales, el coste económico y el propio sentido común y de responsabilidad ocupan una posición importante15. Esta cuestión tiene una trascendencia capital, pues los medios tienen un coste, y dado que los recursos nunca son infinitos, el juego suma cero es claro: lo que se invierta o dedique a la adquisición de un determinado medio, una determinada capacidad a la postre, va en detrimento de otra. Por ello resulta del máximo interés marcar unos fines pp. 212-213. 14 Este término se emplea en el sentido que recoge el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española en su segunda acepción: talibán, ana: «fanático intransigente». Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, Edición (online) del Tricentenario. Disponible en http://dle.rae.es/?id=YziUHI5 15 Como ejemplo jocoso de la «capacidad de adaptación» más allá de lo razonable, en una determinada circunstancia real, para ilustrar esta realidad, un militar que asistía a una reunión señaló que: «Se puede arar un campo utilizando tanques (carros de combate). Se les suelda una reja de arado, y pueden arar sin problemas… pero… ¿hacen falta tanques para eso?, ¿es un empleo adecuado, incluso dese el punto de vista económico, para un tanque?. Una simple reflexión puede hacer ver que, en multitud de ocasiones, bajo diferentes argumentos autojustificativos, se pretende «arar campos con tanques». bie3 >ĂůƵĐŚĂƉŽƌĞůƉůĂŶĞƚĂLJĞůĨƵƚƵƌŽĚĞůĂƐ&^ĞƐƉĂŹŽůĂƐ WĞĚƌŽ^ĄŶĐŚĞnj,ĞƌƌĄĞnj ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞKƉŝŶŝſŶ ϮϴͬϮϬϭϳ ϵ


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