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899 básicamente aún en el concepto de soberanía, pero este se queda corto ante el origen multicausal de los nuevos conflictos, difíciles de clasificar en las tipologías existentes32,33. Uno de los rasgos fundamentales del enfoque bajo el que se observan los nuevos conflictos, es el cambio del referente de la seguridad, que pasa del actor Estado al ser humano. Es precisamente esta consideración ampliada de la seguridad, la que recoge Naciones Unidas en su concepto de Seguridad Humana. La imprecisión del concepto de las nuevas guerras, puede inducir a los decisores políticos a tomar soluciones militares, cuando se deberían prescribir soluciones políticas. Para ratificarlo, no olvidemos que los resultados inconclusos de más de una década de guerra contra el terror nos han confirmado que el poder militar tiene sus limitaciones. En los nuevos conflictos, la niebla de la guerra se hace más espesa cuando se pretende disociar la ideología (poder para implementar un programa político) de la identidad (poder del grupo) y a su vez ambos, de la causalidad económica; en la que el acceso a los recursos se explica por el afán de lucro34. Estas teorías no consideran las variables que introducen factores como el sentimiento de agravio colectivo, real o imaginado, en grupos sociales o políticos y la búsqueda de una justicia distributiva35. En realidad, si alguna vez no han dejado de estarlo; en los conflictos actuales, identidad e ideología se confunden. El grupo persigue sus objetivos mediante la aplicación de un programa político, que invariablemente contempla el control de los recursos. Este programa, que es la expresión de la ideología que profesa el grupo, constituye a su vez el sello identitario del mismo. En los nuevos conflictos, las dimensiones sociopolítica y económica se funden íntimamente de forma que, en la práctica, dan lugar a una realidad nueva. Esta realidad compleja, aparenta ser indivisible y diferente a las contempladas hasta ahora. Por eso resulta tan difícil consensuar un criterio para conceptualizarlos. Alcanzado este punto, retomamos el pensamiento de Clausewitz donde el general prusiano asegura que la naturaleza de la guerra es política. La guerra, escribió, no es solo un acto político, sino un instrumento político real; «una extensión de la actividad 32 García, Caterina, «Las Nuevas guerras del siglo XXI. Tendencias de la conflictividad armada contemporánea». Working Paper núm. 323. Barcelona: ICPS (Instituto de Ciencias Políticas y Sociales), adscrito a la Universidad de Barcelona, 2013, 4 y 5. 33 Algunas de las más utilizadas son; la del (Sotckolm International Peace Research Institute (SIPRI); la del Peace Research Institute Oslo (PRIO) y la del Upsala Conflict Data Program (UDCP). 34 Uno de los puntos de vista generalizados relaciona la causalidad de los nuevos conflictos con la actividad económica (ilícita) como motor de aquellos. Lo que puede constituir una peligrosa simplificación. 35 García, Caterina, op. cit., 19 y 20. bie3 hŶĞdžĂŵĞŶĚĞůĂƐĐĂƵƐĂƐƉƌŽĨƵŶĚĂƐĚĞůŽƐĐŽŶĨůŝĐƚŽƐĞŶůĂWŽƐŐƵĞƌƌĂ&ƌşĂ͘ ĐƚŽƌĞƐĐŝǀŝůĞƐLJŵŝůŝƚĂƌĞƐ͗ĚŝĨĞƌĞŶƚĞƐĂƉƌŽdžŝŵĂĐŝŽŶĞƐ &ƌĂŶĐŝƐĐŽ:ĂǀŝĞƌYƵŝŹŽŶĞƐĚĞůĂ/ŐůĞƐŝĂ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞKƉŝŶŝſŶ ϯϬͬϮϬϭϳ ϭϭ


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