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cio pues en su pecho lucía la más importante condecoración que otorga el ejército español en tiempo de guerra, la Cruz Laureada de San Fernando. La había ganado en las operaciones de Kudia Tahar, donde en septiembre de 1925 resistía desde una semana atrás, sin suministros, una compañía de soldados del Regimiento del Infante. Martínez Anglada al frente de la 4ª Compañía de la segunda Bandera, siendo teniente acudió acompañado por una veintena de legionarios, al asalto de una casa fuertemente defendida por los harqueños en Dar Gassi. En la acción se vio envuelto en una pelea cuerpo a cuerpo contra cuatro enemigos, consiguiendo herir a tres de ellos y poner en fuga al cuarto. La conquista de aquella posición facilitó la liberación de Kudia Tahar al día siguiente. Regresando a 1930, la 18ª Compañía del capitán Martínez Anglada sería la designada para desfi lar por las calles de Málaga escoltando al Cristo de la Buena Muerte. El 16 de abril, doscientos cincuenta legionarios embarcaban en Ceuta en el vapor Isleño que atracaba el mismo día en uno de los muelles del puerto malacitano. A las seis y media de la tarde desembarcaba la compañía de honores, una escuadra de gastadores y la banda de cornetas y tambores. Antes lo había hecho el coronel Liniers acompañado por su ayudante de campo, el capitán Fernando Lizcano de la Rosa. Lizcano era otro heroico ofi cial que portaba sobre su uniforme la Cruz Laureada de San Fernando. La había conseguido siendo teniente en el año 1924 en Sidi Mesaud, cuando se encontraba al frente de la 14ª Compañía, asaltando las posiciones enemigas y ocupándolas tras una ruda lucha al arma blanca, arrojando al enemigo de las trincheras, persiguiéndolo y consiguiendo el objetivo después de sufrir las bajas de dos ofi ciales y cuarenta y nueve de tropa. Una muchedumbre se había concentrado en las inmediaciones del puerto malagueño para ver a los legionarios. Diversas autoridades se desplazaron hasta allí para presenciar la llegada de La Legión: el general Batlle, Gobernador Militar de Málaga; el coronel Pareja, del Regimiento Álava, una representación de los regimiento de Álava y Borbón y del Batallón de Cazadores de Segorbe, el Hermano mayor de la Cofradía del Cristo de Mena, el general José Millán Astray, don Narciso Díaz de Escobar, don José Pérez Asensio y un representante del Alcalde. (2) Ya en tierra, la compañía de honores fue revistada por el gobernador militar y a continuación, precedida de la banda de cornetas y tambores y de una escuadra de gastadores acompañada de un espectacular borrego, a las órdenes del capitán Martínez Anglada, desfi ló por las calles de Málaga recorriendo la avenida del Pintor Nogales y las calles Cister, Molina Lucio, Granada, Marqués de Larios y la Alameda hasta llegar al cuartel de Capuchinos.(3) Aquel fue el primer desfi le que realizó La Legión fuera de la tierra africana. El 17 de abril, Jueves Santo, el buque de Melilla llegaba a Málaga. Por su pasarela descendían otros dos singulares ofi ciales legionarios, el capitán Aniceto Carvajal Sobrino y el teniente Bartolomé Munar Munar. Vestían de uniforme y sobre su pecho ambos portaban sendas cruces laureadas. Carvajal la había ganado siendo teniente del Tercio de Extranjeros, en la acción de Sidi Messaud el 10 de mayo de 1924, cuando siguiendo las órdenes del teniente Lizcano, en cabeza de los restos de su sección atacó una trinchera pistola en mano, por el fl anco, poniendo en fuga al enemigo. Munar, en septiembre de 1924, siendo subofi cial del Tercio de Extranjeros dirigió un convoy de dieciséis legionarios cargados con mochilas de agua, hasta el interior de la posición de Kala Bajo, donde una compañía de los Cazadores de Figueras resistía sin suministros desde días atrás. El convoy a pie consiguió abastecerla de agua y después colaboró en su difícil defensa durante tres días. El coronel Liniers había querido que aquellos cuatro héroes del Tercio estuviesen en Málaga para dar realce a las fi las legionarias dentro del desfi le de la Cofradía de Mena. Y allí estaban los cuatro a las diez de la noche del Jueves Santo. Los alrededores de la iglesia de Santo Domingo y las calles del recorrido estaban ocupados por malagueños, curiosos y devotos que aguardaban expectantes una procesión que algunos habían presenciado en muchas ocasiones, pero que aquel año contaba con el novedoso añadido de la presencia de los le- Historia<< 539 · II-2017 55 La Legión


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