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TIERRA EDICION DIGITAL 26

Nacional donde completaría el resto de sus años en el Ejército como interventor militar y, también, como profesor de Mercantil en la Academia de Interventores. Su trabajo consistía en inspeccionar la administración y los movimientos económicos del Ejército de Tierra, así como la labor de notaría militar. También ejerció como interventor de la Escuela de Guardias Civiles. Hoy, a sus 100 años de edad, todo son buenos recuerdos de la milicia. «Jugando con compañeros al fútbol de delantero hice innumerables amistades», recuerda. Y entre aquellas amistades forjó una buena relación con el que fue después jefe de la Casa de Su Majestad el Rey, teniente general Sabino Fernández Campo (que fue nombrado primer conde de Latores, por el Rey don Juan Carlos). Mientras Suárez estaba de interventor en Santa Bárbara Industrias Militares, en Madrid, Fernández Campo ejercía el puesto de interventor para toda España. Son muchas las anécdotas que comparte con sus familiares y amigos de sus más de 36 años activo en el Ejército como interventor, tal y como señala su nieto Manuel Enrique Hernández: «Desde pequeños hemos valorado el Ejército tal y como nuestro abuelo nos ha enseñado ». En palabras del protagonista de esta historia, «la milicia es la institución más necesaria e indispensable de cualquier Estado, y el Ejército de Tierra español es un orgullo y un ejemplo que ningún país podrá igualar». Son palabras de la experiencia, del paso de los años, de una vida dedicada al Ejército. Rodeado de su familia y de tantos y tantos recuerdos, que diez décadas han dejado, no ha perdido la energía y la vitalidad. Al soplar las velas le pide al destino vivir 100 años más y que sus seres queridos puedan llegar a su edad con la misma energía que él mantiene aún. 31


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