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TIERRA EDICION DIGITAL 26

Nacional Un fuerte viento de Poniente, contracorrientes, bancos de medusas, 32 kilómetros de travesía, calambres... Todos estos obstáculos tuvieron que salvar la dama (DC) y los siete caballeros cadetes (CC) y alféreces cadetes (CAC) de la Academia General Militar (AGM) que atravesaron el Estrecho de Gibraltar a nado, el 8 de julio, encabezados por uno de sus profesores, el capitán Egea. Pese a todo lo anterior, y a no ser nadadores profesionales como los demás que intentan el paso del Estrecho o haber tenido que compaginar los entrenamientos con la actividad académica los meses precedentes, lo lograron. Cinco horas y media después de haber partido de Tarifa arribaban a la playa de La Ribera, en Ceuta. Y es que la motivación estaba por encima de los inconvenientes y fatigas, pues el proyecto Construir futuro, Mali, dependía de ellos. Gracias a su proeza, se construirá un centro educativo multifuncional en la región maliense de Kati. Allí, los Misioneros de África (Padres Blancos) se dedican a luchar contra el analfabetismo y a cubrir las necesidades básicas de una población en situación de pobreza extrema. Con su colaboración, Cáritas Castrense coordinará la gestión de los fondos recaudados gracias al reto de este grupo de futuros oficiales del Ejército. «Soplaba poniente y eso animaba la velocidad. Llegamos, incluso, a alcanzar los 8 km/h, un ritmo bestial. Lo malo es que levantaba oleaje y el recobro se hacía muy difícil para remontar las olas. No obstante, en los sucesivos avituallamientos que recibíamos desde la embarcación, nos animábamos al comprobar que las millas pasaban entre estos altos técnicos. A su vez, la costa de inicio se alejaba y podíamos avistar la africana», relata el capitán Egea. Por suerte, la gente de ANAA (Asociación de Natación de Aguas Abiertas de Ceuta) los llevó por buenas corrientes, ya que conocen bien el Estrecho. Aún así, llegando al Puerto de Ceuta, el tráfico era excesivo y un mercante de grandes dimensiones hizo que Seguridad Marítima los embarcara para bordearlo. Después pudieron seguir según lo previsto. Tenían por delante afrontar el Foso de Ceuta, recorrido por una fuerte corriente en sentido contrario a su avance. «Hubo momentos en que creíamos que no seríamos capaces de atravesarlo», admite el profesor. Sin embargo, el caluroso apoyo de la ciudad de Ceuta y tener al alcance de la mano la consecución de semejante desafío hizo que los nueve bracearan como nunca, pese al ataque implacable de las medusas. Llenos de picaduras, finalmente, pusieron rumbo a meta a lo largo de 300 metros que recuerdan como «gloriosos». 33


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