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BOLETIN SANIDAD MILITAR 31

26 HISTORIA Y HUMANIDADES 2017 Personajes olvidados de la Segunda Guerra Mundial Alan Mathison Turing, matemático británico, nació en Londres en 1912 y murió en Wilmslow en 1954. Se interesó por la Inteligencia Artificial (IA) –conjunto de técnicas que mediante el empleo de ordenadores, permite resolver problemas cuya solución corresponde la inteligencia humana– contribuyendo al desarrollo de la teoría de los grupos. Cursó estudios de Lógica Matemática en la Universidad de Cambridge. En 1937 se trasladó a los Estados Unidos para ampliar estudios en el Institute for Advanced Studies de Princeton (New Jersey), donde se encontraban los matemáticos norteamericanos, de origen checo Kurt Gödel (1906-1978) y de origen húngaro Johann Ludwig von Neumann (1903-1957), entre otros destacados lógicos y matemáticos, además de Albert Einstein. Durante la Segunda Guerra Mundial los aliados tuvieron un gran problema con los códigos binarios, que por entonces parecían indescifrables, usados por los alemanes en sus comunicaciones militares, para lo cual el Gobierno Británico reunió un grupo de científicos liderados por un joven y desaliñado matemático, Alan Turing, que se encerraron en una mansión victoriana de la campiña inglesa, Bletchley Park (actualmente convertida en museo), situada al norte de Londres, con el fin de estudiar el modo de descifrar y poder romper los códigos alemanes. Basándose en una patente holandesa, el servicio de información alemán creó la máquina de codificación de mensajes más avanzada hasta la llegada de los ordenadores. Esta máquina era conocida como Enigma, tenía el aspecto de una máquina de escribir, se componía de un teclado que controlaba unos cilindros por los que rotaban cada una de las letras del abecedario, y que sus movimientos debidamente programados producían millones de combinaciones. Los alemanes codificaban y descodificaban los mensajes en cada jornada, lo que hacía aún más difícil y complicada su interpretación. Esta máquina fue uno de los secretos mejor guardados de la Segunda Guerra Mundial. Pero a pesar de todos los inconvenientes, Turing y sus colaboradores lograron diseñar una máquina llamada Bomba que exploraba las combinaciones posibles generadas por la máquina codificadora alemana Enigma. Esta máquina desarrollada por el equipo de Turing era una maquina especial, que sólo servía para descifrar códigos, y su construcción fue totalmente electromecánica a base de relés. Un artículo publicado en «The Guardian» en 1995 aseguraba que sin el trabajo de Betchley Park la guerra habría durado dos años más. Además de salvar vidas el trabajo anti-Enigma llevó a la creación de Colossus, que para los británicos fue la primera computadora del mundo. El trabajo que llevó a la identificación de los códigos de Enigma fue el origen de Colossus –que algunos consideran como el primer «cerebro electrónico», como gustaba a Turing llamarlo– que ya funcionaba con válvulas en lugar de relés; gracias a él los aliados pudieron mantener alejadas de los submarinos alemanes las escuadras de abastecimiento que cruzaban el Atlántico. El importantísimo trabajo realizado por Turing no recibió en vida ningún reconocimiento de la sociedad a pesar de la gran ayuda que prestó en momentos tan difíciles. No hay muchas figuras de las que se pueda decir lo que podemos afirmar sobre Alan Turing, ya que tras su legado el mundo nunca volvió a ser lo mismo. Instalados en la cresta de la revolución digital hoy estamos en condiciones de entender la gran importancia de su obra. A pesar de lo que él dio a la sociedad ésta, con su intolerancia, a causa de su homosexualidad, le condenó a un tratamiento médico-farmacéutico brutal e inhumano equivalente a la castración, que lamentablemente le llevó al suicidio por envenenamiento en 1954. Creo que ya va siendo hora de que en todos los órdenes de la sociedad, y no solo académicos y técnicos, se reconozca lo fundamental que, a pesar de su corta vida, fue su contribución al desarrollo de la investigación informática en el mundo moderno. El 10 de septiembre de 2009, el primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown, emitió un comunicado declarando sus disculpas en nombre de su gobierno por el trato que recibió durante sus últimos años de vida. Este comunicado fue consecuencia de una reivindicación popular solicitando al Gobierno que ofreciera sus disculpas oficialmente por la persecución que sufrió Alan Turing. A pesar de ello, en 2012, el gobierno británico de David Cameron denegó el indulto al científico, aduciendo que la homosexualidad era considera entonces un delito. Por fin el 24 de diciembre de 2013, casi 60 años después de su muerte, recibió el indulto de todo tipo de culpa, por parte de la reina Isabel II. Alejandro Belaústegui Fernández Titulado en Cultura y Civilización ALAN TURING Blecthley Park – Londres. (Actualmente es un museo)


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