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RHM EXTRA 1 2017

LA ORGANIZACIÓN DE LOS EJÉRCITOS EN LOS AUSTRIAS 137 PRESENTACIÓN Dentro de los diversos aspectos que puede contener un título tan amplio como la organización militar, en este artículo nos centraremos en el origen y continuidad histórica de las unidades armadas tratando de diferenciar todas ellas. Entendemos que una unidad militar está identificada por su cadena de mando que la hace distinta a otra que también tenga su cadena de mando establecida. En los años que nos ocupa este estudio existieron los nombres de Sicilia, Nápoles y Lombardía que parecen indicar el lugar de organización o despliegue de unidades organizadas sucesivamente, más que una diferenciación de una unidad con su correspondiente cadena de mando de otra. Es por ello que existieron varias unidades con el mismo nombre genérico pero con cadenas de mando diferentes lo que a nuestro entender significa unidades distintas, fueran coexistentes entre sí o no. Por la misma razón entendemos que la vida orgánica de una unidad ha terminado cuando ha sido disuelta o reformada y su último jefe no ha sido relevado por ningún otro. Cierto es que en épocas posteriores todas aquellas que fueron disueltas y recreadas con el mismo nombre fueron consideradas como continuación unas de otras, prevaleciendo la denominación de la unidad sobre la cadena de mando, cuestión que ha llegado hasta nuestros días. Por ello este artículo se presenta desde la perspectiva del tiempo en que transcurrieron los hechos y no desde los tiempos posteriores en los que se trató de enlazar los regimientos de la época con las unidades creadas doscientos años atrás. Este enlace se hizo con mejor o peor fortuna en 1741 época en que ya las unidades quedaban identificadas por su nombre permanente concedido en 1718. Igualmente los ejércitos y las instituciones no se contemplaban con los parámetros actuales, por lo que omitimos deliberadamente toda cuestión referida a la dependencia de las unidades que a partir de 1536 se oficializaron con el nombre de Tercios, bien sea la dependencia de los ejércitos o bien sea de la armada. Entendemos las razones de todos y su ansia de llevar sus orígenes a los tiempos más remotos. Los ejércitos españoles combatían embarcados o no desde mucho antes de oficializarse estos nombres. Llevados de este espíritu podríamos considerar que todo soldado que desciende de un navío en una costa debe pertenecer a una institución en lugar de a otra, lo cual creemos que puede ser un error incluso en los tiempos contemporáneos, en los que el mayor asalto a una costa hostil que se conoce, las unidades participantes fueron seis divisiones de infantería. Probablemente si se le hubiera preguntado en su tiempo a Miguel de Cervantes, si era soldado del ejército de tierra o de la marina no entendería la pregunta. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2017, pp. 137-186. ISSN: 0482-5748


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