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520 CAMEL COES Armas y Cuerpos Nº 135 59 Desde las primeras Compañías de Operaciones Especiales conocidas como COE, los Grupos de Operaciones Especiales o GOE y el actual Mando de Operaciones Especiales (MOE), hasta la recién creada estructura conjunta del Mando Conjunto de Operaciones Especiales (MCOE), han sido muchos los compañeros, mandos y tropa, que han dedicado todo su esfuerzo y su vida al prestigio que en tan pocos años han adquirido nuestras unidades. Tampoco se trata de hacer una comparativa entre el Servicio Militar Obligatorio (SMO) y un Ejército profesional, pero sí me gustaría recordar, y dar una pincelada a aquellos que no conocieron el SMO, de lo que podía pasar por la cabeza de la juventud española, y en concreto de aquella que acababa sirviendo en las <<COES>>. Sea cual fuere la situación social, económica o profesional en la que se encontrara un joven español, sabía que tenía que servir a España entregando unos meses de su vida a su formación en las Fuerzas Armadas. La fórmula, tiempo de permanencia, posibilidad de suspender temporalmente el servicio a través de lo que se conocía como prórrogas, etc., varió a lo largo de los años. Pero ese período, más o menos largo de su vida, sabían que lo tenían que cumplir. En las familias, en la universidad, en los trabajos, en las reuniones de amigos, era un tema muy habitual de conversación, hablar cada uno de su paso por el SMO, conocido coloquialmente como <<la mili>>. Anécdotas, viajes (en muchas ocasiones por primera vez en la vida para muchos jóvenes), maniobras, amistades, arrestos, jura de bandera, noviazgos… eran tema de conversación de muchos (incluso durante toda la vida) y de atenta escucha por parte de aquellos que estaban pendientes todavía de ser llamados a fi las. Pero era una etapa de la vida, un momento que, de una u otra manera iba a llegar. A pesar de estar establecido por ley a una edad determinada, a cada uno le podía coger en un momento muy personal de su vida en el plano sentimental, familiar, de estudios o trabajo, etc. En la mayoría de las ocasiones daba la impresión que no llegaba en el mejor momento; pero defi nitivamente había que incorporarse a fi las.


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