Page 88

ARMAS_Y_CUERPOS_135

88 Armas y Cuerpos Nº 135 de ellos trabajos forzados desde el segundo semestre de 1809 hasta los primeros días de 1810. Sin entrar en complacencias que muchos de los mandos españoles tenían con el rey intruso de España de 1808 a 1813, José I Napoleón, se creó en Avignon (Francia), el 13 de febrero de 1809, un Regimiento formado por prisioneros españoles voluntarios. Fue a través de un Decreto fi rmado por Napoleón, en la fecha citada, por el que se hizo realidad el Regimiento llamado José Napoleón. Más tarde, esta unidad se fue organizando en Montpellier (Francia) en base a cuatro batallones de infantería, con 800 hombres cada uno, más uno de Reserva, según la orgánica francesa, y al mando de ofi ciales españoles. Muchos de los soldados que fueron reclutados o se alistaron voluntariamente, tenían la certeza que iban a regresar a España. Pero cuando vieron que esto no sucedía, ni iba a suceder, comenzaron a desertar. Estos soldados españoles eran muy veteranos y expertos en la lucha, y por esto, Napoleón los eligió para que formasen parte de la Grande Armée que iba a invadir Rusia. Después de largas marchas para incorporarse al gran despliegue, las tropas españolas entraron en combate contra los rusos, por primera vez el 23 de julio de 1812, en la batalla de Vitebsk, y posteriormente el 17 de agosto, en Smolensko. El 7 de septiembre de 1812, un ataque español a las tropas rusas en Borodinó, llegó a ser muy confuso. Al parecer, los españoles pretendían entregarse a los rusos y avanzaron decididamente por el campo de batalla. Napoleón, viendo la maniobra y creyendo en el arrojo español envió en su ayuda a la caballería del mariscal Joaquín Napoleón Murat, haciendo que las tropas rusas huyesen en desbandada. La batalla de Borodinó quedó recogida en la novela Guerra y Paz que escribió León Tolstói (1828-1910), publicada en 1869. En otros muchos combates destacaron por su valor los componentes del Regimiento José Napoleón, de tal forma que fueron de los primeros solicitado, salieron tropas españolas del reino de Etruria (Ducado de Parma y la Toscana), y otras desde la península ibérica. Todas, al mando de Pedro Caro y Sureda, “Marqués de La Romana”, formaron parte de La Grande Armée. Las tropas españolas, que ya alcanzaban la cifra de 15.000, llegaron a Dinamarca en febrero de 1808, después de superar muchas vicisitudes, donde fueron muy bien acogidos por los habitantes de aquel país. Una prueba de ello nos lo dice Gonzalo de Porras y Rodríguez de León en su obra De los últimos de Kronstad y otros olvidados de la guerra de la Independencia: “… confraternizando fácil y normalmente con los naturales del país que preferían tener alojados diez españoles en lugar de un solo francés, holandés o italiano, …”. Cuando se producen los hechos del 2 de mayo de 1808 en Madrid, las trágicas noticias fueron llegando poco a poco a oídos de los españoles destinados en tierras danesas. Napoleón empezó a desconfi ar de las intenciones de los españoles y ordenó que los regimientos del marqués de “La Romana” fueran desperdigados para evitar que desertaran o que le hicieran la guerra. Napoleón, después del 2 de Mayo, había pasado de ser aliado a ser enemigo. A pesar de las órdenes dadas por el Emperador, y resumiendo mucho el relato, “La Romana” al mando de las tropas españolas tomó la decisión de regresar a España a bordo de buques británicos, no sin superar graves situaciones militares contra los soldados franceses. “La Romana” seguía los consejos que le había dado el Secretario de Estado de España Manuel Godoy: “si durante su comisión a Dinamarca se entablara una guerra hispano-francesa, tú librarás tu división de que sea hecha prisionera”. Pero no todos consiguieron regresar a España. Al menos, algo más de 5.000 quedaron prisioneros de los franceses, que los trasladaron a Francia en cadenas de presos siendo duramente maltratados y humillados. En este país fueron encarcelados en diferentes prisiones y castillos, realizando algunos


ARMAS_Y_CUERPOS_135
To see the actual publication please follow the link above