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RGM MARZO 2018

TEMAS GENERALES Rusia ha hecho entender a Azerbaiyán que una resolución del conflicto favorable a los intereses azeríes solo será posible si Azerbaiyán no perjudica a los geoenergéticos rusos, por ejemplo, en el caso de que se desbloqueara el despliegue de ductos submarinos en el Caspio. El apoyo azerí al despliegue, principalmente por empresas estadounidenses, del WREP y del BTC propició que Rusia no considerase a Azerbaiyán un socio (la elevada penetración del sector energético azerí por intereses y capitales extranjeros y el deseo de independencia política y energética explican que Azerbaiyán disponga de diferentes rutas de exportación). Sin embargo, la presión rusa es la causa en buena medida de que en junio de 2013 Azerbaiyán y el consorcio que explota Shah Deniz —que incluye a la empresa rusa Lukoil— eligieran para transportar gas a Europa, en lugar del proyecto Nabucco, el del Trans Adriatic Pipeline (TAP). Azerbaiyán y las empresas que explotan dicho yacimiento tienen importantes intereses en Rusia, y el TAP fue elegido porque no suministrará gas a estados con elevada dependencia del ruso. De hecho, en el mencionado marco de profundización de las relaciones energéticas ruso-azeríes, en agosto de 2013 SOCAR (compañía estatal petrolera azerí) y la rusa Rosneft firmaron una joint venture, y SOCAR anunció planes para en un futuro próximo transportar petróleo ruso por el BTC y para revertir el oleoducto Baku-Novorossiysk enviando petróleo ruso a Azerbaiyán. En la medida en que el BTC pretendía originariamente disminuir la dependencia europea del petróleo ruso y de las rutas de transporte por territorio de Rusia, podría significar un cambio importante en el panorama geonergético del Cáucaso Sur. Rusia ha aprovechado que en los últimos años Azerbaiyán ha disminuido su producción de petróleo y sus ingresos para ofrecerle la posibilidad de rentabilizar más su conducción por el BTC alimentándolo con petróleo ruso. Igualmente ha aprovechado la menor actividad de las refinerías de petróleo de Azerbaiyán para ofrecerle la llegada de petróleo ruso a través del Baku-Novorossiysk Oil Pipeline (Stratfor, 2013). Además, manteniendo congelado el conflicto de Nagorno Karabaj —así como los de Osetia del Sur y Abjasia—, Rusia ha logrado sembrar dudas sobre la construcción del TAP y de los demás ductos que recorren el Cáucaso Sur o los que están en fase de proyecto y pretendan evitar territorio ruso, que podrían, por ejemplo, ser objetivos militares. Por lo que respecta a Armenia, manteniendo el actual estatus de Nagorno-Karabaj, Rusia ha conseguido mantener a un aliado histórico y natural —y alejarlo de la Unión Europea— pues, aunque no apoya expresamente la independencia formal de Nagorno-Karabaj ni su anexión a Armenia, tolera la independencia de facto de esa región secesionista proarmenia y el control armenio de los siete territorios azeríes. Sin embargo, por los motivos señalados, Rusia no se ha posicionado en el conflicto de Nagorno-Karabaj en contra de Azerbaiyán, como desea una Armenia que aun así tiene que ser fiel a Rusia para seguir existiendo incluso como estado. Además, al igual que a Azerbaiyán, Rusia ha hecho entender a Armenia que una resolución del conflicto favorable a este 2018 235


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