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RGM MARZO 2018

RUMBO A LA VIDA MARINA hasta hace 30 años se pensaba que la enorme cabezota del cachalote («el pez de la gran cachola ») era un regulador de presión dadas las profundidades enormes a las que bucea este cetáceo. hoy se sabe que se trata de un prodigioso melón que hace oficio de sonar. (Foto: internet). ceos serios perjuicios, e incluso la muerte de numerosos individuos, como ocurrió con varios zifios en el año 2002, poco después del inicio de unas maniobras militares en las que participó la Armada española en aguas próximas a las islas Canarias, lo que provocó una encendida respuesta mediática apoyada por grupos conservacionistas cada vez más activos y dignos de ser escuchados. Se manejan varias hipótesis que tratan de explicar la muerte de cetáceos varados en fechas próximas a maniobras navales militares. Se ha propuesto que el sonar militar de alta potencia infunde pánico en las ballenas, lo que las impulsa a buscar refugio a unas profundidades poco habituales para sus especies, forzándolas a emerger para respirar tan rápidamente como para sufrir de bends o de mal de descompresión. En el año 2000 la Marina de Estados Unidos aceptó su responsabilidad sobre el encallamiento de 17 ballenas, de las que siete resultaron muertas. La autopsia diagnosticó hemorragias en los oídos producidas por ondas sonoras no habituales. En todo caso, parece ser, los cetáceos afectados por interferencias acústicas ajenas acaban desorientados y terminan varados en la costa o muertos en alta mar. En el límite de lo portentoso está el cachalote (nombre que, por cierto, proviene de los balleneros gallegos y vascos, «los peces de la cachola», por si no lo sabíais), que hasta hace 20 años se creía que su enorme cabezota, llena de aceite, actuaba como regulador de presión al poder bucear a más de 1.000 m de profundidad. Sin embargo, hoy se sabe que el melón del cachalote es el más prodigioso e inexplicable sonar que la tecnología humana no solo es incapaz de imitar, sino de desvelar sus secretos más íntimos y sorprendentes. Pero, y el radar ¿es también hijo de la mar? Pues como no era menos de esperar, el coronel que suscribe va a responder con un categórico «afirmati- 2018 289


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