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RGM MARZO 2018

RUMBO A LA VIDA MARINA además de los órganos más o menos normales y de los sentidos más o menos complicados y compartidos con osteíctios y otras criaturas se encuentran, prácticamente con carácter de exclusividad, las llamadas ampollas de Lorenzini, que forman el órgano quizá menos explicado y más controvertido de cuantos existen en la naturaleza. Estas forman una red de canales que detectan campos electromagnéticos, gradientes de temperaturas e incluso cambios en la salinidad. Sabido es que cualquier movimiento muscular (incluso los nuestros, claro) se completa con un impulso eléctrico, y por eso las presas serían eficazmente detectadas por el tiburón en cuanto se pusiesen en movimiento. El umbral de sensibilidad de algunos condrictios se ha calculado en cinco milmillonésimas de voltio por centímetro de canales con ampollas de Lorenzini, una referencia tan asombrosa de digerir como pueden ser las distancias astronómicas. Por otra parte, estas ampollas funcionan en el mismo orden de magnitud que el campo magnético de la Tierra. ¿Y cómo podemos resumir tanto prodigio? Pues, faltándonos alguna pieza para completar nuestro puzle del radar, aventuraremos que los tiburones son extraordinarios receptores de ondas elec- La cabeza en T del pez martillo presenta ojo y nariz en cada extremo y está densamente recorrida por ampollas de Lorenzini, pero no hay ningún trabajo definitivo que explique el porqué de tan extraña forma y el uso que este peculiar condrictio puede hacer de su cabeza. (Foto: internet). 2018 291


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