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REVISTA GENERAL DE MARINA 274-5

TEMAS GENERALES tomando la orientación del canal, puesto que el acorazado —de forma inusual— se había construido «de cara» al mar, lo que facilitaba la operación. A las 03:45, la proa volvió a tocar fondo por babor, girando el buque peligrosamente al lado contrario. Pero los tres remolcadores, como fieles lazarillos, lograron alinearlo, y a las 04:25, coincidiendo con la pleamar, el Jean Bart estaba a flote en medio del canal. ¡Increíble!. Ronarc’h ordenó entonces dar avante despacio. No hubo más tropiezos, pero sí emociones; a las 04:40 atacaban bombarderos alemanes. Una bomba de 100 kg cayó entre la torre de proa y la barbeta de la que aún no existía. Afortunadamente, la coraza del buque aguantó el golpe, pero el susto fue de órdago, como se puede suponer. Nadie podría detener al Jean Bart. De un aeródromo cercano llegaron cazas Morane Saulnier para darle cobertura y Ronarc’h puso 50 revoluciones de máquina con 15º de caña a estribor, dejándose arrastrar el navío por la pesada corriente del río Loira. Largaron estachas los remolcadores y el acorazado navegó al fin a 12 nudos tomando gobierno, rumbo a la mar libre. A las 05:45 encontró su escolta, el destructor Mameluk, poniendo proa al cabo español de Finisterre. Poco después apareció husmeando —cómo no— el destructor británico Vanquisher, pero para Ronarc’h era mucho más importante localizar al Odet con el destructor Le Hardi para iniciar la operación de repostaje, rematada por el petrolero de escuadra Tarn, que en una hora dejó relleno el acorazado con 1.000 t de petróleo, 160 de agua destilada y 50 de potable. Sin detenerse durante el abastecimiento (que se hizo a 13 nudos), el Jean Bart estaba a solo 40 millas de Finisterre cuando toda la maquinaria, nueva y sin probar, empezó a dar serios problemas: los condensadores funcionaban mal, subía anormalmente la temperatura de las turbinas y se detectó una vía de agua en los turboventiladores. La sala de máquinas era un infierno y el jefe de máquinas pidió permiso a Ronarc’h para detener el buque antes de las 16:00 horas, efectuándose reparaciones provisionales. El enorme navío iba escoltado por Le Hardi como guía y el Mameluk al costado, rodeándolo ambos mientras estuvo parado; se había reportado un ataque submarino en las proximidades, por lo que Ronarc’h cambió rumbo al suroeste, a 14 nudos, reemprendiendo la marcha. Reventó entonces la bomba de un condensador, descendiendo la velocidad a la mitad. Los exhaustos maquinistas tuvieron que canibalizar piezas de la instalación de turbinas incompletas, sustituyendo el agua destilada, ahora insuficiente, por agua potable para consumo de la dotación. Temiendo quedar al garete entre Portugal y las Azores transcurrió la noche; el acorazado montaba Finisterre a las 00:00 horas del día 20. A las 07:00 de la madrugada del 21 llegó el destructor Epée como relevo de Le Hardi, que volvía tras repostar del Tarn. Se situaron un destructor a cada banda, mientras el Jean Bart se vio obligado a reducir a 120 revoluciones para evitar que vibrara una de las dos hélices que debía haberse desalineado al salir del dique. Sería el último quebradero de cabeza para los sufridos hombres de Ronarc’h. Poco después pudieron aumentar las revoluciones hasta 150, alcanzando el 866 Junio


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