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ARMAS Y CUERPOS 138

Virgen del Pilar en la casa-cuartel de la Línea de la Concepción Virgen del Pilar en la Comandancia de Cádiz El Obispo de Jaca realizó en aquel periodo multitud de gestiones ante él y otras altas personalidades, a favor del patronazgo ofi cial de la Virgen del Pilar para la Guardia Civil. Su actuación y perseverancia fueron decisivas para obtener fi nalmente el preceptivo informe favorable de la vicaría general castrense. A los pocos meses de ser declarada la Virgen del Pilar Patrona de la Guardia Civil, fue nombrado Arzobispo de Tarragona. El benemérito Instituto, siempre bien agradecido, aprovechó su entrada ofi cial en la capital tarraconense, el 23 de noviembre de 1913, para que una escuadra de batidores a caballo de la Guardia Civil, encabezara marcialmente la comitiva eclesiástica. Poco después, el 3 de abril del año siguiente, el hijo de aquel guardia civil de la Comandancia de León, que tanto y tan desinteresadamente había hecho por el benemérito Instituto, recibió un sencillo pero emotivo detalle. El coronel Benito Beorlegui Mendizábal, subinspector del Tercio de Tarragona, acompañado de una nutrida representación de guardias civiles de todos los empleos así como de las primeras autoridades civiles y militares de la provincia, le entregó una copia de la instancia de 1878 solicitando su ingreso en la Compañía de Guardias Jóvenes. Reproducida en un artístico y policromado álbum había sido fi rmado por todos los jefes y ofi ciales del Cuerpo. Cuatro años más tarde, el Arzobispo de Tarragona tendría otra satisfacción moral más por parte de la Guardia Civil, al ser invitado a asistir el 12 de octubre de 1918, a los actos de la Patrona que se celebraron en Valdemoro. Al fallecer inesperadamente el día 22 del mes siguiente en Madrid, el Director General de la Guardia Civil, Teniente General Juan Zubia Bassecourt, acompañado de sendas comisiones de jefes, ofi ciales y clases de tropa del Cuerpo, acudió a testimoniar su más sentido pésame a la residencia de Padres Escolapios donde se velaban sus restos mortales. Cuando su cadáver fue trasladado hasta Reus para recibir sepultura en Tarragona, un piquete de honor, compuesto por un sargento y siete guardias civiles sacaron del tren el féretro a hombros para depositarlo en un túmulo que escoltaron por carretera hasta la capital. Instalada la capilla ardiente en el palacio arzobispal fue velado por una escuadra de gastadores de la Guardia Civil hasta que se celebró su entierro, donde le despidió una numerosa representación de todos los empleos del benemérito Instituto. Agosto -2018 Armas y Cuerpos Nº 138 71


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