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Revista-General-Marina-275-1-julio-2018

domingos oíamos misa en la capilla del sanatorio; al terminar, se cantaba la Salve Marinera, que el pobre Eduardo escuchaba desde la cama sin poder reprimir la emoción». A. H. G. 25.118.—Irlanda La isla situada al noroeste de Europa, la Hibernia de los romanos, se divide en dos: el Úlster, que ocupa la parte septentrional y pertenece al Reino Unido, y Éire, al sur, que es una república desde 1949. El nombre antiguo de la isla era según algunos Ériu, derivado de Eueriio, que es el de los euerni que se establecieron en ella, de donde deriva Éire. Otra versión asocia este nombre a Ibheriu, pronunciado Iveriu, y que deriva posiblemente de Iberiu. Y entre los múltiples significados que se atribuyen a ese Iberiu está el de Iberia, según corroboran las historias gaélicas que afirman que sus ancestros procedían de nuestra Península. En este sentido debemos recordar que una versión dice que los primeros pobladores de la isla eran de origen cretense, los cuales, tras asentarse en Mileto, huyeron a Siria, y desde allí, navegando, fueron al norte de África y pasaron a Brigantium —es decir, a Betanzos o A Coruña, pues hay una cierta disputa entre ambas ciudades—, en España, y finalmente a Irlanda. De ser cierta esta versión, es una gran satisfacción para nosotros los hispanos saber que los pobladores de Irlanda hubieran pasado por nuestra tierra y gozado del solaz que nuestro país es capaz de brindar a los visitantes. L. C. R. 25.119.—Parque de Automóviles En su Autobiografía de Federico Sánchez, Jorge Semprún evoca sus paseos clandestinos por el Madrid de los años 50 y 60, refiriéndose en alguna ocasión al Parque de Automóviles de la Armada, sito en Jorge Semprúm. (Foto: www.wikipedia.org). la calle Marqués de Mondéjar y dependencia siempre vinculada al Cuerpo de Intendencia. A. H. G. 25.120.—El problema de la longitud en la mar Como todos sabemos, la determinación de la longitud en la mar fue un problema insoluble hasta la aparición del cronómetro de John Harrison (1693-1776), aunque un poco antes se consiguió una cierta aproximación mediante el empleo del método de las llamadas distancias lunares. Esa coordenada era muy necesaria en las navegaciones al Nuevo Mundo, hasta el extremo de que en 1598 nuestro rey Felipe II (1527-1598) convocó, el último año de su vida, un concurso con 1.000 coronas de premio para quien consiguiera determinarla. Otras fuentes dicen que el premio era de 6.000 ducados de renta perpetua, más otros 2.000 de renta vitalicia. La oferta fue imitada posteriormente por los Países Bajos, seguidos de Inglaterra, en 1714, con 20.000 libras, y luego, en 1720, por el duque Felipe de Orleáns (1674-1723), MISCELÁNEA 152 Julio


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