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Revista-General-Marina-275-1-julio-2018

RUMBO A LA VIDA MARINA No debe sorprendernos el categórico cambio de aspecto que se produce entre el estado larvario y el adulto. Lo estamos viendo todos los días. A la izquierda de las fotos del autor, ninfa de una chicharra; a la derecha, ejemplar adulto. ¿Cabe más diferencia? las pruebas pertinentes para terminar desarrollando el mejor, y por eso el primer endoesqueleto que aparece en la mar es en los equinodermos que, al tener en su fase adulta una apariencia radiada, se va a tratar de un esqueleto difuso, formado por un mosaico de sostén de partículas calcáreas que confiere la consabida rigidez a las estrellas o a las ofiuras. Por tanto, es un endoesqueleto continuo de osículos (pequeños huesos) calcáreos recubiertos por una piel, y por eso se considera esqueleto interior. Y lo es. Y que por sus causas y efectos se parece mucho al nuestro, ¿de acuerdo? Pero, ¿cómo y dónde podemos ver en los indolentes equinodermos la bilateralidad exigible en un ser superior que por ello tiene que moverse en una dirección determinada si, claramente, vemos radiada una estrella o una ofiura? Pues sí, tenéis razón, pero algo pasa cuando los libros clasifican a los equinodermos como animales de simetría bilateral, y es que —ya lo sabíamos—, al ser su larva claramente bilateral, una vez más la vida larvaria va a imprimir carácter al grupo que, por muy radiado que veamos al individuo adulto, técnicamente se incluye en la bilateralidad de los animales superiores, aunque la metamorfosis desde una larva bilateral a un individuo juvenil radiado sea una portentosa revolución anatómica que nos induzca a la confusión. Un tanto suavizada si recordamos la metamorfosis de una oruga convertida en fulgurante mariposa, algo que estamos viendo todos los días sin que se nos caigan las lentillas de asombro. Además, y si todo lo dicho transcurre actualmente, abundan en el tema viejos recuerdos, como el hallazgo de unos fósiles de equinodermos, los estilóforos (clase Styliphora), extinguidos en el Devónico, hace alrededor de 370 millones de años, sobre los que Hickman (Zoología, Principios Integrales) nos describe que eran de simetría bilateral (bingo), que mostraban hendiduras branquiales, paquetes musculares y una cola posnatal con varilla central «semejante a una notocorda», situada debajo de un cordón nervioso dorsal. Y 60 Julio


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