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Revista-General-Marina-275-1-julio-2018

RUMBO A LA VIDA MARINA fetal (nosotros mismos también, of course) las cuatro características exigibles en los cordados, aunque, por adaptación, con dos importantes novedades: la presencia de una cadena de vértebras y una envuelta cerebral, el cráneo. Ambas permanecen durante el resto de la vida del mamífero. Ello quiere decir que en nuestro estado embrionario el cordón nervioso de las larvas de las ascidias pasa a ser el cerebro y la médula espinal del hombre, aunque ahora va a estar custodiado de por vida en el interior del cráneo, y dentro del tubo hueco, la columna vertebral, que se ha formado a partir de una serie de vertebras, óseas en la mayoría de vertebrados o cartilaginosas en tiburones y afines, formadas por las vainas de tejido conjuntivo que rodea la notocorda fetal, convirtiéndose en el eje mecánico principal del cuerpo y, por expresarlo de alguna manera, en «una corda modernizada». Habréis visto que hasta ahora la fuerza argumental sobre los antecedentes del vertebrado ha recaído en la larva de las ascidias. Pero ya dijimos que una larva es un estado vital transitorio que no tiene sentido si no termina materializándose en un animal adulto de aspecto diferente y que está llamado a la reproducción de la especie. Y aquí es donde aparece la elegante hipótesis del inglés Walter Garstang (1868-1949), hoy día universalmente aceptada y en plena vigencia: sabemos que la ascidia adulta vive fija, pegada al fondo marino, pero que su larva, cordada, nada libremente en el plancton. Pues bien, hace 500 millones de años, postula Garstang, una larva de ascidia conseguiría reproducirse como tal sin necesidad de llegar al estado adulto o, dicho de otra manera, dichas larvas adquirirían la madurez sexual sin perder las branquias y otras características larvarias, fenómeno que se llama neotenia y que no debería dejarnos boquiabiertos porque actualmente no es tan raro contemplar larvas neoténicas reproductoras en varios anfibios (urodelos salamandras y tritones) entre los cuales es proverbial el caso del ajolote, Ambystoma mexicanum, que es una salamandra que se reproduce habitualmente como larva en el agua, con sus branquias y otros detalles embrionales bien patentes. Y solo si el agua se seca, evoluciona a adulto. Sigamos. Segundo caso: la corda se conserva como tal durante toda la vida adulta del individuo. Es lo que le pasa al anfioxo (filo cordados, subfilo cefalocordados), que parece un pececito (sin serlo), de unos siete centímetros de longitud y que puede nadar libremente aunque le guste enterrarse en los fondos marinos arenosos dejando la cabeza fuera por lo que pueda pasar (literalmente). Su corda se ve muy bien porque el anfioxo es transparente y le recorre el cuerpo desde proa a popa (ver fotografía de la página anterior), estando situada debajo y en paralelo de un tubo que contiene los haces de nervios del bicho, el cual comienza en un abultamiento o vesícula cerebral que nos retrotrae al cerebro de animales más evolucionados. Y dadas estas características, el anfioxo, aprendiz de vertebrado frustrado, ha sido considerado durante muchos años como el eslabón evolutivo entre las ascidias y los vertebrados, pero tal posibilidad fue eliminada por la ciencia por distintas 2018 65


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