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dossier tros espaciales, en principio desde la faceta de científicos, y más adelante reconocidos como estratégicos. Es en esa derivada de la observación «estratégica » del espacio donde las autoridades espaciales a nivel mundial comienzan a identificar la necesidad de «conocer» qué ocurre en el espacio, no ya en el denominado espacio profundo (más allá de los 40.000 km de la Tierra), sino el ultraterrestre o más próximo a nuestros intereses sobre la seguridad y defensa, es decir, donde mayor número de actividad espacial se produce, en beneficio de aplicaciones de las que hoy dependemos en gran medida. Cuatro pilares esenciales: las comunicaciones por satélite (SATCOM), la observación de la Tierra por satélite (SEOT), los sistemas de navegación y posicionamiento por satélite (NAVSAT) y la vigilancia y seguimiento espacial (SST) EL CONTEXTO GENERAL DE SEGURIDAD AEROESPACIAL En el documento Estrategia de Seguridad Nacional (2013) se describen los riesgos y amenazas para la seguridad nacional, en su capítulo 3, y dentro de la amenaza capital para la seguridad que representan los conflictos armados se recoge la necesidad de tomar conciencia de las características futuras que podrán adoptar esos conflictos para adecuar las capacidades, organización y procesos de actuación de las Fuerzas Armadas. El ciberespacio y el espacio exterior son ámbitos, unidos a los tradicionales terrestre, naval y aéreo, susceptibles de confrontación y conflicto en ese futuro cada vez más global, cambiante e impredecible. La revisión de la Estrategia de Seguridad Nacional (2017) retoma la cuestión espacial y resalta la relevancia de protegernos de las posibles amenazas que provengan del espacio y asegurar la continuidad del empleo de las capacidades espaciales disponibles, actuales y futuras. La Directiva de Defensa Nacional (2012) menciona la necesidad de afrontar, entre las amenazas globales, la quiebra de la seguridad del espacio aéreo y aeroespacial. De hecho, la seguridad de aquellos ámbitos tradicionales mencionados anteriormente está ligada a la del espacio, que sería en última instancia quien los protegiera mediante su cobertura. Desde la Directiva de Política de Defensa (2012) se desarrolla la DDN, que considera necesario el reforzamiento de los sistemas de obtención de información, que ya antes, en la Revisión Estratégica de la Defensa (2003) se refirió a la influencia decisiva de los medios espaciales, la necesaria integración de medios aéreos y espaciales y la necesidad de control del espacio para asegurar la libertad de acción. En el ámbito de la Alianza, el segmento espacial de los satélites constituye una herramienta esencial para disponer de capacidades espaciales, y para la OTAN supone ya un asunto prioritario del que se hace eco el Ministerio de Defensa español realizando en los últimos años un notable esfuerzo de desarrollo y aplicación de tecnologías nacionales en este campo. Para ello, en el entorno de la Dirección General de Armamento y Material, se elaboró en el año 2015 un Plan Director de Sistemas Espaciales, que enmarca actuaciones relativas a capacidades espaciales para la defensa, y entre las que encontramos cuatro pilares esenciales: las comunicaciones por satélite (SATCOM), la observación de la Tierra por satélite (SEOT), los sistemas de navegación y posicionamiento por satélite (NAVSAT) y la vigilancia y seguimiento espacial (SST). Si pasamos ahora al ámbito de la Unión Europea, el desarrollo de estas capacidades espaciales se basó históricamente en las relaciones entre los Estados miembros, tanto entre sí como con la Comisión Europea, y de todos ellos con la Agencia Espacial Europea (ESA), cuyo fruto han sido dos de los programas emblemáticos (flag ship) para la EU en los últimos diez años: Galileo y Copernicus. No obstante, hoy la situación de la obtención de estas capacidades se encuentra en un posible punto Esquema nacional de SST de inflexión en el que el fac- 646 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Septiembre 2018


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