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oportunidad pa La misión de la OTAN que ha comenzado este formación de unas Fuerzas Armadas IRAK quiere mirar adelante. La derrota militar del Daesh ha abierto la puerta a la esperanza y ahora el pueblo iraquí, cansado de guerra, de sectarismo y de corrupción ha demostrado en las urnas que quiere pasar página. O, al menos, intentarlo. En noviembre tomará posesión el nuevo Gobierno que ya en sí mismo es un manifiesto de intenciones: su primer ministro es Adel Abdul Mahdi, un chiita independiente de 76 años con un consolidado bagaje político —para su designación el 11 de octubre han sido necesarios más de cinco meses de diálogo de unos y otros tras los resultados electorales que no otorgaron ningún vencedor claro— y su presidente, el kurdo Barhm Salih, un político moderado y tolerante. Ante ellos —como el propio Mahdi reconoció en su toma de posesión— tienen el complejísimo reto de ofrecer a su pueblo «una vida digna en la paz» que exige la reconstrucción de las enormemente dañadas infraestructuras tras años de guerra, la consolidación de una precaria democracia y garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Un proceso en el que la Alianza Atlántica va a incrementar su colaboración con los objetivos de la Coalición contra el Daesh de la que forma parte. La Misión de la OTAN en Irak (Nato Mission Irak, NMI) ha empezado el despliegue este mes de octubre y estará plenamente operativa a partir del próximo enero. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha afirmado que España mantendrá «su contribución al entrenamiento y formación de los cuerpos y fuerzas de seguridad iraquíes». Fue en la Cumbre de la OTAN celebrada en Bruselas el pasado mes de julio, cuando los 29 aliados aprobaron la activación de una misión de entrenamiento en Irak en respuesta a la petición de ayuda del Gobierno de 50 Revista Española de Defensa Noviembre 2018 Sebastián Backhaus/EFE


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