MISCELÁNEA DE NUEVO ANSAY Ansay permaneció en Patagones hasta que en el mes de agosto llegó un bergantín desde Montevideo con su relevo, el sargento Domingo Fernández, ya ascendido a capitán, embarcando a los pocos días con destino al Río de la Plata. A su llegada a Montevideo fue agregado al Estado Mayor de la Plaza. En la ciudad tuvo ocasión de reunirse con Torres y Liaño antes de que éstos marchasen a España. En 1813 obtuvo el empleo efectivo de coronel, para el que había sido propuesto a la Regencia por Torres y Gómez de Liaño Cuando a finales del mes de septiembre de este último año el ejército expedicionario de Rondeau se aproximaba a Montevideo, fue encargado Ansay del mando de la fortaleza del Cerro. La defensa de Montevideo se prolongó a lo largo de todo el año 1813. Por encontrarse enfermo, Ansay tuvo que abandonar el Cerro el 1 de abril de 1814 y pasar a la ciudad de Montevideo. El 23 de junio capituló Vigodet y días después Ansay fue trasladado a Buenos Aires y encerrado en presidio, donde transcurrirán los siguientes tres meses, hasta ser puesto en libertad. En el mes de diciembre siguiente se le fijó la residencia en La Carlota, en la provincia de Córdoba de Tucumán, alojándose en el domicilio de un vecino, donde pasará los siguientes tres años. 100 Fortaleza del Cerro (Wikipedia) El 22 de septiembre de 1817 fue trasladado a Las Bruscas, especie de “campo de concentración” donde se hacinaban desde 1815 los presos realistas, tras un viaje de cincuenta días durante los que recorrió cerca de novecientos quilómetros; al mes siguiente la población cambió su nombre por el de Santa Elena, por el que actualmente se le conoce. Tras varios intentos de fuga fallidos, pudo por fin Ansay abandonar Santa Elena el 24 de mayo de 1820, cuando provisto de un salvoconducto se le permitió ingresar en una enfermería de Buenos Aires, de donde se pudo fugar, para llegar en barca a la Colonia del Sacramento y de allí pasar a Río de Janeiro y seguidamente a España, desembarcando en Sevilla el 26 de enero de 1822, después de sufrir durante diez años, cinco meses y trece días trabajos, calamidades y un trato totalmente inhumano por parte de aquellos primeros argentinos, muchos de los cuales habían sido sus compañeros. Campo de prisioneros de las Bruscas en 1819 (Hispanismo.org)
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